"El problema del corto en España es que no funciona como un género propio"

Luchadoras, la segunda entrega de una serie de cortometrajes documentales sobre la situación de la mujer en diversos países, es uno de los finalistas de la 24ª edición de los premios Goya en su categoría. El filme, dirigido por Benet Román, ha sido producido por una joven cordobesa, Penélope Cristóbal, en colaboración con la empresa Malvalanda, una asociación que comenzó en 2008 con Consulta 16. Cristóbal estudió Comunicación Audiovisual en la Universidad de Sevilla y Producción en la Escuela de Cinematografía y del Audiovisual de Madrid. Ahora está centrada en la promoción de Luchadoras, que competirá en los Goya con Doppelgänger, de Óscar de Julián; En un lugar del cine, de Eduardo Cardoso, y Flores de Ruanda, de David Muñoz López.

-¿Cómo surgió la idea de hacer este cortometraje?

-A partir de un proyecto anterior sobre la situación de la mujer en Marruecos, Nissa, realizado con el apoyo de la ONG cordobesa Mujeres en Zona de Conflicto. Fue un trabajo muy interesante a partir del cual surgió la idea de hacer una serie de cinco capítulos sobre la mujer en el mundo, cada uno de ellos rodado en un continente distinto. El siguiente lo realizaremos en Rumanía.

-¿Qué dificultades plantearon el rodaje y la producción de Luchadoras?

-En primera instancia, las económicas, si bien contamos con una ayuda del Ministerio de Cultura. Era un viaje largo y el proyecto nos exigía pasar bastante tiempo en México, un país que conocíamos sólo por datos y cifras. Por suerte, allí encontramos mucha ayuda, empezando por nuestra guía, Alejandra Musí -guionista del filme junto a Benet Román-. El Gobierno de Zacatezas apoyó el proyecto. El rodaje se produjo entre el 6 y el 20 de enero de 2009, en México DF y Zacatecas. Ahora el documental está recién sacado del horno, acaba de empezar su promoción. Fue proyectado en el Festival de Cine de Zacatecas, donde tuvo una acogida muy buena, y ha sido seleccionado para otros festivales.

-La candidatura al Goya supone un gran impulso promocional...

-Estamos muy contentas. Sabíamos que estábamos entre los diez finalistas pero no esperábamos pasar a la selección definitiva. Es una compensación a tantos años trabajando en el audiovisual. Es muy difícil encontrar en España a mujeres que produzcan. Este es un trabajo complicado en el que hay muchos momentos de desánimo, muchos dolores de cabeza por diversos motivos, sobre todo por la falta de dinero para sacar adelante los proyectos.

-¿Cuáles son los principales problemas a los que se enfrentan las mujeres del documental?

-El principal es la inmigración masculina a Estados Unidos. Todos quieren irse y hay muchas mujeres que tienen que resurgir desde la soledad. Algunos hombres mueren en la frontera y las mujeres no conocen el hecho hasta que pasa mucho tiempo. Otros abandonan a la mujer: se van para no volver. Hay poca conciencia en lo referente a las enfermedades de transmisión sexual. En Zacatecas la figura masculina no existe. Algunas mujeres trabajan por comida: cuidan cabras o realizan otras labores por las que reciben en pago sacos de maíz.

-¿En qué momento se encuentra el sector del cortometraje en España?

-Hay mucha calidad. Las selecciones de los festivales son cada vez mejores. El problema del cortometraje en este país es que no funciona como un género propio. Es considerado algo aparte que queda reducido a los festivales. Hay que conseguir que el cortometraje adquiera el estatus de género con entidad propia, que funcione por sí mismo y la gente vaya a las salas de cine a ver cortometrajes. Nosotros hemos llevado a cabo una experiencia en este sentido: una sesión de cuatro cortos destinada a los cines. En Córdoba pudo verse.

-¿Seguirán contando con Benet Román como director de los próximos cortometrajes sobre la mujer?

-Sí. Les da a los documentales una visión y un estilo que nos gusta.