La naturaleza según Séneca

Cátedra recupera en su serie Clásicos Linceo las 'Cuestiones naturales' del filósofo cordobés, escritas al final de su vida, en una selección al cuidado de la profesora Carmen Codoñer

Séneca, una de las grandes mentes de su época.
Séneca, una de las grandes mentes de su época.
Alfredo Asensi Córdoba

18 de enero 2015 - 05:00

La figura de Lucio Anneo Séneca, "romano comprometido con su momento, innovador en forma de escritura y en pensamiento", ofrece a quien lo estudia "posibilidades de comprender mejor el mundo en que vivió". Así lo afirma Carmen Codoñer, profesora de la Facultad de Filología de la Universidad de Salamanca y responsable (introducción, traducción y notas) de la última revisión de una obra de Séneca incorporada al mercado, una selección de las Cuestiones naturales publicada por Cátedra en su colección Clásicos Linceo.

Un texto que, explica la experta, pertenece al "periodo final de su vida, una vez abandonada la política" por "el irremediable curso de los acontecimientos durante el reinado de Nerón". "Desde su nueva situación", el cordobés "concibe esta obra, uno de cuyos objetivos es liberar al hombre del miedo que puedan provocar en él ciertos fenómenos naturales, cosa solo posible si se conoce cuál es el origen de tales fenómenos y no se ve en ellos la manifestación de un poder ajeno a la propia naturaleza". Como recuerda la especialista, "para Séneca, representante del llamado estoicismo romano, la meta del hombre debe ser la sapientia, único modo de conseguir el summum bonum. El sapiens, libre de toda aspiración terrena debe estar al servicio de la humanidad. Puede y debe colaborar con el sistema político, mientras le sea posible y no vaya en contra de su libertad; y, cuando su conciencia le obligue a renunciar al poder, debe continuar ayudando a la humanidad en la medida en que pueda hacerlo".

Codoñer explica que "las competencias del filósofo griego y latino clásico eran amplias y junto a la lógica y la ética figuraba la física; son bien conocidos los Meteorologica de Aristóteles. Séneca escribió otros tratados de este tipo que se han perdido, entre ellos uno sobre los terremotos, otro sobre Egipto...". La singularidad de las Cuestiones naturales (Naturales Quaestiones) "es que pretende establecer un lazo estrecho entre fenómenos naturales y comportamientos éticos: aunar física y moral". En cuanto al carácter literario de la obra, "no se trata de un tratado técnico, tal y como se podría pensar, puesto que el cultivo de la filosofía, en cualquiera de sus ramas, es para Séneca un medio de procurar al hombre el acceso al summum bonum, es un factor más. Los datos y hechos se presentan salpicados de situaciones y comentarios a la sociedad anterior y coetánea, se establecen nexos entre determinados fenómenos y cuadros descriptivos de ambientes o comportamientos de personajes concretos" y "se introducen reflexiones que van más allá del pensamiento científico", sobre cuestiones como la "existencia de un poder superior" o el "valor real del significado atribuido a los rayos".

Los manuscritos que nos han llegado de estas Cuestiones naturales "distan de su creación muchos siglos" y la obra "no parece haber tenido una gran repercusión sobre la producción posterior, probablemente debido al hecho de que los científicos no la tienen en consideración por estar estrechamente conectada con la moral, y los cultivadores de la filosofía moral la consideran excesivamente centrada en la descripción de los fenómenos naturales". En cualquier caso, "Séneca no persigue ser un creador, como puede serlo Platón, ni un físico atento a la descripción de los fenómenos, como puede serlo Aristóteles. Quizá pueda concluirse que la totalidad de su obra persigue transmitir un pensamiento y lo hace adoptando distintos temas y distintas formas".

La vida y la obra de Séneca, considera Codoñer, han sido estudiadas "en todos sus aspectos, tanto desde el punto de vista político como desde el literario". Pero esto "no es óbice" para que en cada época los filólogos puedan "descubrir rasgos y motivos diferentes, nuevos en cierto sentido". Y es que "la sociedad cambia y con ella el modo de apreciar los problemas", que "pueden ser los mismos, pero no es el mismo el modo de apreciarlos ni de valorarlos. Incluso en un momento concreto, los ojos de quienes estudian un autor no perciben un texto del mismo modo, puesto que la conformación del pensamiento no es la misma. Esas son las circunstancias y únicamente la aplicación de un método filológico riguroso puede asegurar que la interpretación que hagamos de una obra no sea caprichosa. Y, al mismo tiempo, ese recurso al método permite que desde la diversidad individual se llegue a interpretaciones que sean complementarias". Así, cualquier acercamiento a Séneca sigue resultando pertinente.

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