"Este musical es terapéutico para el público y los actores"

Àngels Gonyalons. Actriz

La intérprete llega hoy al Gran Teatro con 'Sister Act', donde encarna a la Madre Superiora de un convento cuya tranquilidad se ve interrumpida por la llegada de una testigo protegida.

Àngels Gonyalons, la Madre Superiora de 'Sister Act'.
Àngels Gonyalons, la Madre Superiora de 'Sister Act'.
Ángela Alba Córdoba

06 de noviembre 2015 - 05:00

Àngels Gonyalons (Barcelona, 1963) lleva desde los 17 años trabajando en teatro y, sobre todo, en el musical, un género que cree que deben dignificar los propios actores subiendo al escenario lo más preparados posible, siendo "unos buenos intérpretes incluso cuando hablas cantando". Hoy llega al Gran Teatro como la Madre Superiora de Sister Act, un espectáculo basado en la película del mismo nombre (traducida al castellano como Una monja de cuidado), protagonizada por Whoopy Goldberg. Habrá 14 funciones hasta el 15 de noviembre.

-¿Cómo fue la preparación para Sister Act?

-Era la primera vez que trabajaba para Stage Entertainment y la verdad es que ha sido muy enriquecedor y gratificante. Tengo la sensación de haber aprendido, y llevo 35 años trabajando en esto. Es una producción muy bien estructurada y donde rentabilizas mucho el tiempo y el trabajo. Hemos tenido la suerte de tener a una gran directora de escena, Carline Brouwer, que además es actriz. Hemos conseguido unos personajes veraces, no dibujos animados, que es lo que no me apetecía y por lo que tenía un poco de miedo; no quería hacer un estereotipo, a pesar de que estamos haciendo alta comedia. Esto es, llevar situaciones a un extremo pero que tengan retorno porque en la obra hay pequeños momentos dramáticos y de ternura y el público tiene que creerlos, tiene que empatizar contigo. Si todo es por la risa, no vamos bien, a pesar de que el público se ríe muchísimo en esta obra porque el choque de los mundos de Deloris y Madre Superiora provoca una gran hilaridad, pero precisamente porque está construido desde la verdad.

-¿Cómo es su personaje y cómo lo ha construido?

-En ese sentido, Carline y yo nos entendemos muy bien, tenemos edades similares, y un recorrido largo. Lo que hicimos es construirlo a partir de la mujer que soy yo, porque esta Madre Superiora dependiendo de en qué países lo ha hecho una persona de más edad o con otras características físicas. La mujer que ideamos tenía que ser fuerte, muy victoriana, muy pija: me imagino una señora que viene de alta cuna y cuya elección ha sido ser monja, pero en absoluto es una mujer amargada, porque se desmontaría el personaje. Ella ha formado su burbuja y tiene a sus monjas en ella, pero de repente se abre una grieta y entra un soplo de aire fresco. Eso la convierte en vulnerable y tiene que lidiar con su propia vulnerabilidad. La relación de Deloris y la Madre Superiora lleva al mensaje de no tener prejuicios, romper barreras y dejarnos influenciar sanamente por otras personas, ambientes y culturas.

-¿Eso es lo que quiere transmitir el musical?

-Sí, es un mensaje muy sencillo y nada pretencioso. Creo que lo mejor del espectáculo es que no engaña y sorprende porque da mucho más de lo que la gente espera. El público dice en las redes sociales que es una inyección de energía, de visión positiva de la vida. Lo primero que se me ocurrió cuando leí el libreto es que era terapéutico para el público y para los actores. Además, es el mejor fármaco y sale muy bien de precio porque después de dos horas y 40 minutos sales relativizando tus problemas y con fuerzas para lidiar con ellos. Es lo que nos dice todo el mundo. Al final incluso hemos tenido que introducir una especie de fiesta-comunión con el público porque nos lo pedía el cuerpo a nosotros y veíamos que a ellos también.

-¿Cómo vivís los actores esa vuelta a los años 70 con la caracterización y la estética del musical?

-De una manera muy divertida porque los 70 ya han pasado a ser un clásico. Cuanto más cerca estás de una época, menos atractiva te parece, y ya han pasado 40 años de los 70. También es música que en general nos gusta a todos, esos arreglos y ese sonido Filadelfia. A muchos nos transporta a la infancia y los más jóvenes lo han oído de sus padres o sus hermanos mayores. Todo el mundo reconoce ese sonido.

-Hace 35 años que trabaja en musicales. ¿Qué evolución ha observado desde los años 80 hasta la actualidad en este género?

-Ha habido una evolución muy positiva y grande pero todavía nos falta. Yo no diferencio géneros: me dedico al teatro, soy actriz y a veces toca musical, otras David Mamet y otras Antígona. Hay cosas que me resultan más fáciles y otras más complicadas. Todavía nos falta el paso de no diferenciar géneros. A mí lo del actor de musical me huele mal porque tengo la sensación de que con ese título se esconde un señor o una señora que canta muy bien pero que quizás no es muy buen actor. Y estamos haciendo teatro, y en teatro lo más importante es la interpretación, aunque no cantes bien incluso, porque lo que tienes que hacer es convencer de lo que le está pasando al personaje y llevar por esa historia al público. Cuando yo empecé había gente que cantaba muy bien, gente que bailaba muy bien y gente que hablaba e interpretaba muy bien. Con el paso del tiempo nos hemos dado cuenta de que una persona puede hacerlo todo y podemos defender el teatro musical. Aún así, algunos actores que están metidos en musicales están demasiado preocupados por ese agudo y no les veo a veces preocupados por si su interpretación está siendo lo suficiente veraz. Como directora de una escuela que fue la primera que se abrió en la península de formación integral del actor, la Escuela Memory, eso me sigue preocupando. El musical todavía no goza del prestigio de otros géneros teatrales, es como si hablar a través de la música frivolizara el tema, y no es cierto. La manera de prestigiarlo es preocuparnos por ser unos buenos intérpretes y que hagas creer esa historia incluso cuando hablas cantando.

-¿Cómo se encuentra el musical en España? ¿Se producen aquí montajes propios de calidad?

-Ya sí, y eso se lo debemos en gran parte a Stage. Al aterrizar aquí nos quitó los complejos de que íbamos a la zaga del musical anglosajón. Pero nosotros tenemos que hacer nuestros deberes, que son subir al escenario bien preparados. Siempre me remito a la misma frase de Glenn Close: yo soy una actriz que además canta y baila, y eso debería tener un valor. Sister Act no es una franquicia, no es algo comprado. Nació de Stage, que le propuso a Whoopi Goldberg y a Andreu Buenafuente participar. Sí es cierto que su producción original, la primera de todas, la hicieron en 2009 en Broadway. Pero es de Stage, entonces cuando han llegado a España han realizado su propia producción aprovechando lo que podíamos dar los actores de aquí. Además, hay que destacar al equipo técnico: babeo cuando llego al escenario y veo lo que han montado. Esto era impensable hace 35 años.

-Tiene una academia de formación de actores en Barcelona. ¿Qué nivel tienen los jóvenes que llegan?

-Siempre ha habido de todo y siempre lo habrá. A veces me sorprende la actitud tan profesional y las ganas de aprender de gente de 14 años frente a algunos de veintipico. No digo todos, pero me encuentro más lo de las ganas de ser famosillo en los de veintipico que en los 14. Hay una gran parte de gente que quiere aprender, y eso es lo que me conmueve y me estimula a dedicarme más a ellos.

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