La música revive en las salas
La afluencia de público y el número de actuaciones se han incrementando en los últimos dos años Ambigú Axerquía, Hangar y Golden Club son algunos de los espacios de referencia
¿A quién no le gusta encender la radio o el iPod y cantar las canciones de sus artistas favoritos? La música acompaña a las personas en su día a día, en el transporte público, por la calle o en el trabajo. Sin embargo, no es lo mismo escuchar una canción por la radio que en directo. Los conciertos son la prueba de fuego para los artistas, la única forma que tienen de estar en contacto con su público y de comprobar que su estilo realmente gusta. Para contemplar el trabajo de un pintor, es necesario acudir a la sala de exposiciones. Para disfrutar de una nueva comedia o musical, hay que estar sentado en el patio de butacas de un teatro. Para emocionarse con una canción, bailarla y disfrutar de nuevas versiones, solo se puede acudir a una sala de conciertos, en la que los grupos musicales están cara a cara con sus fans. Sin embargo, muchos espectadores no han tenido más remedio que dejar de deleitare con la música en vivo a causa de la crisis. La subida del IVA cultural, sumada al descenso del poder adquisitivo, provocó que a partir de 2008 tanto el número de salas de conciertos como el de espectadores decayesen considerablemente en Córdoba. Así lo asegura Fernando Ortíz, gerente de Café Málaga y Golden Club, dos establecimientos que apuestan por las actuaciones en directo durante la temporada invernal. "Ser rentable es muy complicado, nos conformamos con salir adelante", indica. Sin embargo, parece que hay luz al final del negro túnel. Desde hace dos años, la música vuelve a revivir en las salas gracias al incremento de público. Así lo afirman algunos de los responsables de los locales de conciertos con más aforo de Córdoba, como el propio Ortiz o Juan Carlos Pastrana, de Recycle. Muchos establecimientos como Simbala o Golden Club están intentando volver a crear una actividad cultural continuada con actuaciones todas las semanas, situación que no se vivía en Córdoba desde antes de la recesión económica.
En Golden Club finalizó la temporada el pasado 25 de julio con la actuación de la banda de música indie El Secreto de Brunanburh. La gran parte de estos espacios cierra en verano, ya que en los meses de julio y agosto los cordobeses huyen de la ciudad por el intenso calor y los turistas no se quedan a pasar la noche, por falta de una actividad cultural consolidada. Prefieren dormir en ciudades como Sevilla o Granada, que, por la cercanía con Córdoba, permiten hacer un cómodo viaje de ida y vuelta. "Si no potenciamos la vida cultural nocturna de la ciudad, nunca incrementarán las pernoctaciones", asegura el gerente del establecimiento, al igual que José Luis Cabello, responsable de Jazz Café, que achaca también el problema a la falta de pernoctaciones en los visitantes. Ni Café Málaga ni Golden Club, ambos gestionados por la empresa Desatino Producciones SL, tienen un tipo de música fijo porque ofrecen hasta tres conciertos a la semana, por lo que los grupos musicales varían continuamente. Además, tienen una oferta cultural más amplia, ya que no solo se centran en el panorama musical. A partir de septiembre, cuando comience la nueva temporada, quieren inaugurar un día a la semana dedicado al microteatro, consagrar otro íntegramente a la música jazz y también potenciar la música de cámara, con la intención de atraer al mayor número de público posible.
A pesar de haber llegado la última al panorama musical cordobés, está teniendo una gran acogida la sala Simbala, que empezó a funcionar el pasado octubre. Hasta otoño no vuelve con la nueva temporada porque en los meses de verano el local permanece cerrado. Están especializados en rock, rap, heavy e indie y el público que accede al espacio oscila entre los 20 y los 30 años. Para la próxima temporada, destacan los conciertos de Rozalén, SFDK o el grupo El Bicho. Otro de los recién llegados al ámbito de las salas de conciertos en Córdoba es Hangar. El amplio espacio dentro del establecimiento, el decorado estilo nave industrial, en el que se respiran aires alternativos, y la terraza chill out hacen del local un lugar emblemático para escuchar música indie rock, estilo que suele predominar. Por sus paredes han sonado los acordes de la guitarra de Carmen Boza, una cantautora gaditana que ha sacado su primer disco gracias a una campaña de crowdfunding, el joven grupo de pop-rock cordobés Señor Blanco o la experiencia de bandas consolidados como La Habitación Roja, Sidonie o León Benavente.
Si se hiciese una radiografía a los locales de conciertos de la capital, en el resultado destacaría que Recycle es el único dedicado exclusivamente al rock duro y al metal. Aunque la sala solo lleva dos años, el espíritu metalero vive desde hace más de una década en la asociación cultural, del mismo nombre, creada por Rafael Lara. Desde siempre han luchado por la música, intentando que llegue a los cordobeses, aunque se vean obligados a trabajar en otros ámbitos para conseguir los ingresos necesarios, con la intención de sacar adelante el establecimiento. Al igual que otras salas, Recycle se ve obligada a cerrar en verano, ya que el público prefiere los espacios al aire libre. "El calor hace que muchos no quieran estar en el interior de un espacio cerrado y buscan las terrazas al descubierto", confirma Juan Carlos Pastrana, uno de los responsables del local. Tienen un público muy especifico, con edades comprendidas entre los 30 y los 40 años, porque el rock duro es un estilo musical cada vez menos atractivo para los más jóvenes. Apuestan no solo por grupos y festivales consolidados, como el Festival Califas Rock o la presentación del nuevo trabajo de Sacramento, sino también por desconocidos como Atmosphera Post Morten, un joven grupo cordobés de heavy metal.
La gran mayoría de estos establecimientos va a taquilla con los artistas, es decir, ellos ponen el local y los grupos se llevan íntegro el precio de la entrada vendida en la taquilla. "Es la única forma de traer a los cantantes", destaca Rafael López, responsable de Ambigú Axerquía. Es una de las pocas salas que no cierran su actividad durante la época estival, aunque priman los conciertos en la terraza. También recurre a otro tipo de ofertas como el microteatro. De hecho, el pasado viernes tuvo una representación de este tipo, llevada a cabo por tres actores de la compañía cordobesa El Garito Teatro, quienes ofrecieron Historias corrientes, una comedia teatral de 60 minutos de duración, en la que se crea un hilo dramático donde los actores enlazan personajes y escenas. Al igual que los representantes de Recycle, los de Ambigú Axerquía se han visto obligados a buscar otros trabajos dentro del ámbito de la producción y la música, para poder sacar adelante la sala de conciertos durante los años peores de la crisis. Para la nueva temporada, que comenzará el próximo octubre, tienen preparados algunas actuaciones de Chencho Fernández, integrante en los 90 en una de las bandas más conocidas del rock sevillano, Sick Buzos, o el cantante de La Cabra Mecánica, Miguel Ángel Hernando Trillo, más conocido como Lichis.
El jazz también tiene un hueco entre las salas de conciertos cordobesas. Jazz Café lleva 15 años creando un espacio único para los amantes del jazz y del blues. El local sigue manteniendo su actividad todos los martes y jueves de verano, cuando se celebran las jam sessions, aunque su gerente, José Luis Cabello, confiesa que "los verano son absolutamente catastróficos. Hay pocos turistas y, además, los cordobeses se marchan por el calor". A pesar del carácter selecto del público, ya que según Cabello "es un tipo de música muy elitista, que no gusta a cualquiera", han conseguido sobrevivir a la crisis y reponerse de los años más duros. "Antes de 2009 teníamos el local siempre lleno, sobre todo de turistas, ahora al menos se mantiene la asistencia", se resigna Cabello.
Los conciertos en Córdoba no están exclusivamente reservados para las salas. Hay otro tipo de establecimientos que también ofertan actuaciones en directo, e incluso de manera gratuita, como es el caso de Automático, un bar creado por artistas que funciona como centro de reunión para músicos que prefieren conciertos más íntimos, en formato acústico, para interpretar sus letras. "Nosotros no podemos considerarnos como una sala de conciertos, sino un espacio al que vienen amigos a tocar su música", destaca Fernando Vacas, dueño de Automático. El gran inconveniente que les impide considerarse una sala de conciertos son las costosas licencias. "Si las pagásemos, nunca recuperaríamos la inversión, ya que el poder adquisitivo de los cordobeses es muy bajo", sostiene Vacas. El panorama actual en Córdoba parece estar despegando a buen ritmo. El incremento de público, la proliferación de los locales dedicados a la música en vivo y el aumento de actuaciones de otoño a primavera están haciendo que la música vuelva a ser una actividad de ocio en la capital.
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