Ocio

La música en directo vuelve a las salas de Córdoba

  • Pese a un mal final de año por la irrupción de ómicrom, los locales recobran el optimismo para 2022

  • Acusan la falta de público y la estigmatización social como problemas que frenan la recuperación

Concierto de Prok en la sala M100

Concierto de Prok en la sala M100 / Sala M100

La música en directo se resiste a desaparecer de la agenda del fin de semana y las salas de Córdoba intentan coger fuerza y volver a la normalidad en estas primeras semanas de 2022. Eso sí, aún lo hacen tímidamente y no de forma unánime, lastradas por los efectos de una pandemia recrudecida desde finales del pasado año por la variante ómicrom.

Hace tiempo que las salas de música aprendieron a surfear olas de coronavirus para sobrevivir y a encajar fechas en el calendario, que caían como fichas en un tetris lleno de aplazamientos y suspensiones. Tras un último trimestre en el que han vuelto a vivir los altos y bajos de la pandemia, mantienen la fe en que 2022 sea el año en que se vea la luz al final del túnel.

Entre salas, discotecas y clubes que ofrecen música en directo en la ciudad se supera la decena. El Día ha contactado con algunos de ellos, que coinciden en señalar que los meses de octubre y noviembre fueron “buenos” para el negocio de la música en vivo, acercándose a lo que se entiende por cierta “normalidad prepandemia”. Sin embargo, también mantienen el mismo compás al afirmar que ya durante diciembre, y con la llegada de la variante ómicron, la tendencia cambió radicalmente, obligando a cancelar actuaciones y colgar el cartel de “cerrado” en algunas salas. 

“Vamos semana a semana”, reconoce Sara, la dueña del Long Rock, respecto a la organización que exige el covid. En esta sala han desprogramado todas las actuaciones que tenían para este mes de enero “por la incidencia de contagios”, y retomarán la actividad musical en febrero. En el horizonte ya asoman algunos conciertos fijados para las próximas semanas y, “en este momento”, ya se centran en preparar “la programación de abril y mayo”, asegura.

La sala Ambigú ha jugado con una gran ventaja a su favor durante toda la pandemia: la terraza exterior y la ventilación del local respecto a otros, “gracias a su enclave dentro del Teatro de la Axerquía”. Así explica su encargado, Rafa Esquivel, una situación que le permitió celebrar conciertos al aire libre en los peores momentos de la crisis sanitaria, “mientras otras salas de la ciudad estaban cerradas”.

Sin embargo, un obstáculo se ha interpuesto entre su voluntad y la realidad durante el inicio de 2022: las cancelaciones de los conciertos. Dos suspensiones este fin de semana hacen que no se recuerde un momento “tan trágico”, según se lee en un comunicado emitido en sus redes sociales, en el que también aprovechan para “reivindicar que la cultura es segura”. A pesar de ello, “las previsiones para 2022 son buenas”, afirma Rafa.

Por la parte que le toca a la sala M100 hay música para rato. ”Ahora mismo estamos a tope”, señala el gerente de esta sala, Alejandro Montoro, que reconoce tener el calendario “lleno hasta 2023”, como consecuencia de llevar “dos años posponiendo conciertos”. El Canijo de Jerez, Rayden, Mario Díaz o Sarayma son algunos de los artistas que harán sonar su música en el próximo mes.

Conciertos en directo en la sala Long Rock Conciertos en directo en la sala Long Rock

Conciertos en directo en la sala Long Rock / Juan Ayala

Los problemas que encara el sector

Organizar conciertos a día de hoy "todavía no sale rentable", afirma Montoro. Desde su punto de vista, se debe al "miedo generalizado" que ha asumido la población en estos dos últimos años a la hora de meterse en lugares cerrados. A este mismo problema hacen referencia también los dueños del Long Rock y del Ambigú. Muchos de los conciertos que se realizan solo dan "para cubrir costes", afirma Sara. Y no solo es un hándicap para las salas, sino también para los músicos, que son los que en muchas otras ocasiones deciden suspender las actuaciones por los gastos de desplazamiento, si vienen desde fuera de la ciudad.

"Si antes entraban 150 personas en la sala, ahora son 60", cuenta Rafa Esquivel. El público objetivo de su local oscila entre los 30 y los 60 años, "aficionados del rock, el pop o de la música folk". Son personas que, por lo general, "en los momentos que la pandemia ha estado al alza", se ha acusado su asistencia a interiores y que han podido salvar en las ocasiones que han hecho conciertos en la terraza.

Por otro lado, la estigmatización que han sufrido por parte de la sociedad, subrayados en la lista como "principales lugares sospechosos donde se propagaba el virus", también ha dañado la imagen y perjudicado la recuperación del público a niveles de antes, cuenta Montoro. En el mes de diciembre, con ómicron despegando, han sido "los veinteañeros los que más nos han ayudado", pone en valor Sara, a pesar de que tampoco sea su "público más habitual".

En este sentido, los locales garantizan el cumplimiento con las medidas sanitarias dentro de sus recintos e incluso toman medidas extraordinarias. "Sin haber restricciones, hemos reducido, por decisión propia, el aforo de la sala al 60%, para evitar problemas", concluye Montoro. Todo sea porque la música en directo vuelva a sonar, si cabe con más fuerza que antes.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios