La música atrae de nuevo a la masa
Enrique Bunbury, Amaral, Andrés Calamaro y Loquillo han sido los principales puntos de atracción de Eutopía en una edición marcada por la incidencia de la lluvia
Si comparáramos esta tercera edición de Eutopía con un reloj suizo, podríamos afirmar que el festival ha logrado establecer el modelo de maquinaria interior que marca su propio tiempo y es conocido por su marca, aunque su carátula haya cambiado el metal noble por el plástico, más moldeable, con capacidad para cambiar de color y que además es water resistant, una característica nada desdeñable teniendo en cuenta la sucesión de borrascas que han atravesado la ciudad los dos últimos años durante la segunda quincena de septiembre.
El motor de la maquinaria, desde la primera edición, ha sido sin duda la música, que tras el varapalo del año pasado ha logrado congregar de nuevo al rebaño -a falta de datos oficiales de asistencia- en Vista Alegre, la segunda opción tras el impracticable (por la lluvia) Teatro de la Axerquía.
Con nombres como los de Andrés Calamaro, Loquillo, Bunbury, Iván Ferreiro, Quique González o Son de la Frontera se ha rescatado la esencia del cartel (con Chambao, Macaco o Julieta Venegas) de la primera edición, grupos y solistas de gran aceptación popular, muchos de los cuales tienen un destacado papel en el mercado discográfico español; es decir, gustan y venden.
La apuesta por corrientes más alternativas y artistas más internacionales como The Prodigy, Rinôçérose, Paul Weller o Najwajean (presentes en los mejores carteles del panorama nacional como el T-Shirt Festival de Valencia este mismo año), sumada al precio de las entradas (que superaban los 50 euros), aquí no funcionó.
Pero el binomio presupuesto-éxito no siempre funciona (precisamente el primero se ha visto reducido casi en la mitad en esta edición), una lección que el IAJ ya aprendió en 2007 y no ha tardado en poner en marcha. Lo mismo ocurrió con la duración de la cita, más ajustada al calendario.
Pero su protagonismo invita de nuevo a no bajar la guardia. ¿Podría sobrevivir Eutopía sin su ciclo musical? La respuesta es un contundente no, que no podría ser aplicable a otras propuestas del festival como los ciclos expositivos, las Conversaciones en la azotea, el Festival de Cine Instantáneo o los Escritores a sueldo. Por sí solas no sustentarían una cita creativa como la cordobesa y quizás representan un rol demasiado secundario, un empaste eutópico con el que se unen los días que separan un concierto de otro aprovechable por muy pocos.
Para evitar esa homogeneización habrá que buscar propuestas más atractivas, que se consideren verdadera punta de lanza creativa y que sean capaces de sustentarse por sí mismas sin necesidad de un nombre de referencia, como el de un cantante o un grupo. El más difícil todavía.
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