El municipio de Ardales reivindica la figura de Omar ben Hafsún

La localidad malagueña dedica un centro al personaje que plantó cara al emirato de Córdoba

Efe / Málaga

01 de febrero 2010 - 05:00

Un centro de interpretación recupera la historia de Omar ben Hafsún, el personaje que lideró durante 40 años la revuelta que plantó cara al emirato de Córdoba y que terminó con la destrucción de Bobastro, la ciudad que se opuso en el siglo X a la Medina Azahara de Abderramán III.

El municipio malagueño de Ardales acoge las ruinas de la capital de la guerrilla que organizó Omar y sobre sus restos se levantan una docena de paneles que cuentan la hazaña de este personaje que mantuvo en jaque a todo un estado entre los años 878 y 916.

Fue la decisión del emirato cordobés de controlar a la población y cobrar impuestos en las zonas rurales la que originó la sublevación de este líder, que rápidamente recibió el apoyo de muchos mozárabes -de creencias cristianas- que se negaban a aceptar un sistema fiscal y una religión distinta a la suya.

Pronto inicia una guerrilla, una resolución lo convierte en señor de gran parte de las tierras de lo que es hoy la provincia de Málaga y poco a poco extiende su poder por territorios de Córdoba, Jaén, Sevilla y Granada.

De esta manera, su oposición al emirato de Córdoba se transforma en una revuelta militar que le lleva a tomar algunas poblaciones por la fuerza, provocando graves daños.

Entre los años 883 y 885, la ciudad de Bobastro, convertida en escaparate de la revuelta, adquiere protagonismo en el conflicto y es allí desde donde Omar ejerce su poder y se hace fuerte.

"Su enemigo, Abderramán III, construye Medina Azahara, pero el rebelde también quería tener su ciudad", explica Pedro Cantalejo, coordinador de la Red Patrimonio Guadalteba, encargada de gestionar el patrimonio histórico de la zona.

En Bobastro, el personaje construye iglesias y nombra obispos como una forma de ofender al islam y para convencer a los suyos de su oposición a esta religión.

Es en el año 916 cuando Omar se rinde finalmente ante Abderramán III, aunque su hijo se mantiene al mando de la revuelta hasta 921, cuando el emir ordena la destrucción de la ciudad y termina el conflicto.

Ahora, unas 60.000 personas -el 30 por ciento extranjeros- visitan cada año la ciudad atraídos por la historia que esconden sus restos, declarados Monumento Nacional en 1931 y posteriormente Bien de Interés Cultural.

El recorrido por cada uno de sus rincones guarda tesoros como una iglesia mozárabe de planta basilical.

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