Maruja | Crítica

Maruja y "sus cosillas"

Irene Lázaro, en su interpretación de Maruja, sobre las tablas del Teatro Góngora.

Irene Lázaro, en su interpretación de Maruja, sobre las tablas del Teatro Góngora. / IMAE Gran Teatro

Como viene siendo habitual, marzo comienza con el deseo y compromiso de teñir en violeta nuestras conciencias y acciones. Sobre todo acciones son las que necesitamos y el escenario del Teatro Góngora toma la iniciativa para reivindicar esa paridad tan perseguida entre géneros. Para castigar a quienes son incapaces de contemplar el cambio, Maruja subió a las tablas con la promesa de establecer un nuevo orden doméstico.

El autor de Maruja, Miguel Palacios, define su obra como una comedia delirante tanto en sentido literal como figurado. El proceder de Maruja se balancea entre los límites de lo real y ensoñado. Su hábitat doméstico, plagado de toxicidad patriarcal y asfixiante, necesita una purga urgente y la señora de la casa enfundada en superbata de paño ha decidido acabar con todos los bichos malos que le impiden sentirse persona.

El precio a pagar será mancharse las manos de sangre, las cuales tendrá que limpiar tiñendo de rojo la colada, escribiendo letra a letra la palabra HELP. Una ayuda que su boca cerrada por años de sometimientos y maltratos no ha podido lanzar a gritos y solo es capaz de esgrimirlos en su confesión final a ese hombre de la tele, la única compañía que siempre tuvo y nunca escucha.

El magnífico y poético texto de Palacios cae en manos de la dirección inteligente y sensible de Carlos Alonso Calero, el cual acompaña en su huida de los infiernos a Irene Lázaro. Al igual que su apellido, Irene resucita a esta nueva mujer y la abriga con elegancia (¿Quién ha dicho que una Maruja no puede tener estilo?). La actriz confecciona con gracia y sutileza una interpretación en hilo fino que agrada, divierte, conmueve, dejando al público con ganas de continuar con la matanza y fruto de ello recibió su cálido aplauso al finalizar el monólogo.

¿Cuántas mujeres hay en el mundo que sueñan con perpetrar el parricidio de Maruja? Seguramente una infinidad más de las que realmente lo ejecutan. Mientras tanto, debemos trabajar para que Maruja no tenga que verse obligada a tomar esta decisión y la única sangre que corra al río sea la de los mosquitos.

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