Malvivir | Crítica

La vida… qué mala es

Aitana Sánchez Gijón y Marta Poveda, en plena representación.

Aitana Sánchez Gijón y Marta Poveda, en plena representación. / IMAE Gran Teatro

Este fin de semana, el público cordobés ha tenido la oportunidad de reencontrarse en el Gran Teatro con la literatura de nuestro Siglo de Oro, que AY Teatro sube al escenario con su última producción. Malvivir es una recopilación de textos conformados por La hija de Celestina, de Alonso Jerónimo de Salas, Barbadillo; La niña de los embustes, de Alonso de Castillo Solórzano, y La pícara Justina, de Francisco López de Úbeda; tres letrillas y un romance de Francisco de Quevedo que sirven para retratar la picaresca en la mujer que, como históricamente ha ocurrido en la desigualdad de género, permaneció a la sombra de los protagonistas masculinos inmortalizados en los Lázaro de Tormes, Guzmán de Alfarache, El Búscón, Rinconete, Cortadillo y compañía.

La conjunción de las obras citadas recae sobre el personaje de Elena de Paz. Dos actrices con su Naque, acompañadas por la música y canto de un rabelín, interpretarán las aventuras y desventuras de esta mujer marcada por la miseria desde que nace, donde la calle es la gran escuela en la que para subsistir es necesario engañar robando al prójimo y cómo el destino para quienes sobrevivían agudizando el ingenio era morir violentamente en manos de sus iguales o de una justicia tan implacable como cruel.

AY Teatro lo conforma un equipo creativo que ha ganado su hueco dentro de la escena nacional por su forma de transformar los textos clásicos gracias a la geniales cabezas y manos de dos Ron Lalás: Álvaro Tato en la dramaturgia y Yayo Cáceres en la dirección confeccionan el entramado soberbio de este espectáculo muy al estilo que les identifica, preservando la historia, manteniendo los esquemas básicos, simplificando y al mismo tiempo transportarlos al contexto necesario para ser más cercano y comprensible al espectador actual. Todo ello, en un envoltorio cuidado al detalle en su tratamiento de la luz, vestuario y elementos escenográficos que potencian el gran trabajo del trío de intérpretes sobre las tablas.

Bruno Tambascio aporta brillantemente el hilo musical para crear ambiente y encadenar las historias que representan dos bravas actrices. Aitana Sánchez Gijón demuestra sobrada capacidad para encarar los numerosos desdobles y el trabajo físico que exige el espectáculo con elegancia y peso. Al mismo nivel le acompaña Marta Poveda que, además, destaca por su genial vis cómica. Gracias a la complicidad entre ambas el público disfrutó cada minuto de los casi 90 que duró la función.

Malvivir es un retrato tragicómico en clave femenino de un pedazo de nuestra historia que a través de la Literatura y el Teatro ha llegado a día de hoy. Cuando la adversidad es siempre una constante cada cual encuentra su camino para llenar el estómago. Hay personas que asumen con sumisión el papel que les ha tocado. En cambio, hay quienes piensan que tienen muy poco que perder y, por medio de artimañas y engañifas, se la juegan para escapar de la pobreza. La moraleja siempre persigue a estas últimas, pero al menos mientras vivieron hubo momentos que sintieron lo que es la Libertad. ¡Ay! La vida…

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