Un loco con el pelo loco
'El hombre que se dejó crecer la barba' del belga Olivier Schrauwen, publicado por la editorial Fulgencio Pimentel, es poesía: imagen en acción en busca de su sentido
Si echan un vistazo al resto de reseñas de la página de hoy, verán que la cosa está dedicada a glosar las bondades del catálogo de la pequeña, pero destacable, editorial riojana que responde al nombre Fulgencio Pimentel y a las siglas FP.
Atendiendo a la información del sitio web, los libros ofrecidos a día de hoy por la casa de César Sánchez y compañía son tan solo nueve, los cuatro que aquí les destaco más los siguientes: el volumen de chistes gráficos De postre, de Mauro Entrialgo; Consumido, última entrega traducida en nuestro país de la serie autobiográfica Peepshow, de Joe Matt; el primer volumen del Frank de Jim Woodring; la compilación de historietas cortas Paul en el campo, del canadiense Michel Rabagliati; y Por una mata de pascua, poemario del poeta, narrador y periodista cubano Rafael Alcides. Un conjunto heterogéneo, aunque consistente, que comenzó -en lo que a cómic respecta- moviéndose en el ámbito del independiente norteamericano y se ha abierto a latitudes europeas con la inclusión de Olivier Schrauwen (Brujas, 1977) y Bendik Kaltenborn (Oslo, 1980) en la incipiente colección Impronunciables. Estas dos últimas propuestas, junto con el afortunado rescate de la obra de Woodring y el volumen de Anders Nilsen, hablan de un gusto exquisito y esteticista, que solo puede deparar grandes noticias al lector. Del cuidado y la querencia por la exclusividad hablan también las hermosas ediciones de Fulgencio Pimentel, nobles en su confección y arropadas con las series firmadas, exlibris, láminas y otras piezas de coleccionista que se ofrecen al que compra por internet.
Volviendo al discurso, Kaltenborn, Nilsen, Schrauwen y Woodring participan de una misma convicción, la de tener personalidad propia, la de ser diferentes a lo que les rodea, y en esto, claro está, se expresa cada uno a su manera. Tómese por ejemplo, El hombre que se dejó crecer la barba, el soberbio e inclasificable libro de Olivier Schrauwen. Verdaderamente resulta estéril intentar un resumen argumental, del tipo: el libro de Schrauwen está protagonizado por hombres con barba. Lo que importa aquí es la forma, el despliegue visual de un artista en estado de gracia, que juega y se ríe con el lector, dando palos de ciego en la página, dejando que hable la intuición. El historietista belga comparte cierta estética y mucha motivación con los pioneros del medio, aunque en su caso se trata en parte de un proceso de desaprendizaje del lenguaje y en parte de una imitación de algunos de los muchos logros de hace más de un siglo.
El hombre que se dejó crecer la barba tiene secuencias narrativas, pero es mayormente poesía, imagen en acción en busca de su sentido. Hay mucha belleza aquí reunida, y guarda el álbum una notable experiencia estética para todo el que se acerque a leerlo, con soluciones gráficas imponentes y variadas. Creo que nadie se sentirá defraudado con este trabajo honesto y divertido, pero siempre hay quien se conforma con menos. No es el caso de Fulgencio Pimentel, un tipo exigente que hace de la extravagancia santo y seña. Para deleite de navegantes.
l firmadomisterj.blogspot.com
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