La librería Anaquel cierra sus puertas por razones de "logística comercial"

El establecimiento, considerado por muchos lectores el más emblemáticos de la ciudad en su género, ha vendido alrededor de 250.000 libros en sus siete años y medio de vida y albergaba unos 50.000 títulos

Alfredo Asensi / Córdoba

25 de marzo 2008 - 05:00

Refugio íntimo, espacio crucial, cálido albergue en el centro de Córdoba para esa especie en proceso de extinción, el lector, la librería Anaquel ya es historia. Ha cerrado sus puertas. El sábado 15 fue el último día de apertura al público y el desmontaje aún dura. La decisión tomada por sus responsables, Francisco Liso y Francisco Baena, que empezó a adquirir cuerpo a finales del pasado año, ha sido dolorosa y meditada y responde a factores complejos entre los que no cabe aludir (como pudiera pensarse en un principio) a un descenso notable de ventas ni a problemas de acomodamiento a las circunstancias impuestas por la reciente apertura en la ciudad de dos nuevas librerías: La Compañía del Libro y Beta. Liso invoca razones de "logística comercial" y el vencimiento del periodo de alquiler del local que ha servido de sede al establecimiento desde su apertura en octubre de 2000 (de 340 metros cuadrados de superficie y ubicado en la céntrica calle Duque de Hornachuelos) para explicar esta medida.

Durante siete años y medio Anaquel ha sido un referente para los lectores cordobeses (ha vendido entre 245.000 y 255.000 libros) y un foco cultural que ha acogido alrededor de 160 actividades. La librería vivió sus mejores momentos en 2005 y 2006, según Liso, y ha ofrecido al público un volumen permanente de unos 50.000 títulos, distribuidos en tres áreas: un primer tercio del local dedicado fundamentalmente a las novedades (y que también albergaba libros de bolsillo, infantiles y de temática cordobesa), el pasillo central, donde tenían cabida la poesía y las humanidades, y un extenso espacio al fondo consagrado a libros de carácter técnico y a materias como el arte y la arquitectura. Liso reconoce que en la fase inicial sintieron inquietud por la magnitud del proyecto, pero la respuesta del público disipó las dudas. "La ciudad se ha portado bien con Anaquel -señala-. Éste es un negocio en el que hay que ir poco a poco; tienes que trabajarte al público. Al final, éste es el que te pone o te quita de un sitio. Yo he disfrutado mucho en la librería con el público y con los libros. Es un trabajo que te permite aprender todos los días del año, si bien no tienes tiempo para leer todo lo que quisieras".

La competencia ha crecido en los últimos tiempos pero Liso sostiene la idea de que en Córdoba pueden convivir librerías de distintas características: "La competencia es evidente pero no es tan poderosa como para dejar desnudo un negocio como éste. Beta maneja un fondo de unos 100.000 títulos, el doble que Anaquel. Es una empresa mucho más grande que la nuestra pero no la sentíamos como una amenaza. El cierre de Anaquel responde a otro tipo de criterios".

"Las pantallas nos han derrotado", afirmaba en una reciente entrevista Philip Roth. Pero Francisco Liso defiende la pervivencia del lector y del comprador de libros como especies de difícil desaparición: "En España se publican alrededor de 70.000 libros al año. Digo yo que algo leeremos. En Córdoba, desde luego, se lee más de lo que se piensa". No obstante, este experimentado librero que ya vivió en carne propia en el año 2000 el cierre de la librería Luque de la calle Gondomar, pide a las instituciones "que se dejen de zarandajas y enseñen a la gente a leer. Vale la pena trabajar y cuidar el mundo del libro, pero necesitamos también cuidar a los lectores del futuro. El papel de los padres es importante, pero mucho más lo es el de los colegios. Los niños tienen que aprender en el colegio qué es un libro, qué aporta, qué se puede obtener de él".

En el escaparate de la librería se puede leer provisionalmente "cerrado por inventario", pero la clausura es definitiva. Liso no descarta una incursión futura en un nuevo negocio, si bien no es la opción más probable: "Llevo casi 40 años entre libros -en Luque empezó a trabajar en el curso 70/71-. ¿Un tercer intento? La esperanza es lo último que se pierde... De momento quiero terminar con todo el proceso y luego dedicarme a leer, a la fotografía, al cine negro...". En Duque de Hornachuelos queda un paisaje fúnebre de libros huérfanos y anaqueles vacíos.

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