"La hostelería no es sólo ganar dinero, es también una filosofía de vida"
Enrique Caballero es el propietario del Restaurante Jaylu, un local situado en pleno centro del barrio sevillano de Triana de "cocina sencilla"
-¿Cómo has llegado a tener este restaurante?
-Empecé en el mundo de la hostelería con 14 años, compaginando mis estudios de Bachillerato con el trabajo en el bar que tenía mi padre, que fue también mi maestro. A su lado lo aprendí todo: la gestión del almacén, la barra, la coordinación del personal... Posteriormente mi padre inauguró el Bodegón Torre del Oro, y años después montó este establecimiento. Cuando terminé los estudios decidí quedarme con mi padre y en 1974 me cedió el local de Jaylu, el barito, típico de barrio, donde ya desarrollé yo sólo el negocio.
-¿De dónde viene el nombre?
-Nosotros somos siete hermanos y los dos últimos se llaman Javier y Luz. Al poco tiempo de nacer los pequeños se inauguró el local, por lo que se le pone las iniciales de sus nombres. De ahí viene Jaylu.
-Entonces, ¿en sus principios fue un bar?
-Sí, se inició como un bar típico de la zona. Posteriormente hice la sala de restaurante, con capacidad para 45 comensales.
-¿Cuándo decidiste potenciar el restaurante?
-Es curioso, el cambio se lo debo a un pescadero que pasaba todos los días por el bar. Un día entró y me ofreció unas gambas refrigeradas; las compré y fueron muy bien aceptadas por mi público, hasta que pasados unos seis meses, ya no me las dejaban. Pregunté e investigué hasta que me recomendaron una pescadería donde podía adquirirlas. Las compraban los mejores y más famosos restaurantes de Sevilla. Cuando fui a la pescadería, en lugar de refrigeradas las tenían frescas, lo que implicaba una importante variación en el precio. En aquella época compraba las refrigeradas a 500 pesetas, y las frescas costaban 5.000. Compraba una cajita de dos kilos. Ellos me enseñaron bastante a conocer el pescado; se interesaron por mí y creo que fui un buen cliente. Cuando cerraron empecé a ir por distintas lonjas, primero de Sanlúcar, después de Huelva e Isla Cristina y hasta de Portugal. De esta manera aprendí a seleccionar el producto de buena calidad y por eso especialicé mi restaurante en pescados y mariscos.
-¿Cómo definirías tu cocina?
-Siempre he tenido muy en cuenta la calidad del producto. No tengo una cocina especialmente elaborada, está basada en el producto (plancha, horno, friturilla).
-¿Podríamos llamarla cocina de costa?
-Tengo una carta fundamentalmente pescadera, con algunos detalles. Es una cocina sencilla.
-¿Qué te parecen los cocineros mediáticos?
-Me gusta sacar un reflejo de lo que veo y escucho. Sí creo que aprendo y que hay que ir evolucionando y adaptándose, pero teniendo en cuenta el tipo de negocio que llevo.
-¿Crees que esos cocineros llegan al público?
-Sí, ese tipo de cocina llega al público, aunque sea un público específico. A mí no me gustaría nunca perder mis bases, lo que realmente me llena y me motiva, porque es muy importante sentirte muy bien e ilusionado con lo uno hace.
-¿Qué recomendarías a los jóvenes indecisos laboralmente?
-Les diría que la hostelería es algo más que meterse en un sitio para ganar dinero. Es una filosofía de vida, hay que sentirla y saber interpretarla.
-Tus hijos ya están en el negocio. ¿Están ilusionados?
-Ya está en el restaurante la tercera generación, dos de los tres hijos que tengo. Están ilusionados, pero ahora es distinto. Cuando empecé éramos multiusos, queríamos aprender de todo y hacer de todo...
-¿Cómo ves Sevilla y Andalucía desde el punto de vista turístico?
-Un poco pobres, teniendo en cuenta lo que dependemos de él. Me gustaría que resurgiera y que fuese mejorando.
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