"A los grandes personajes les aporto solamente el físico"
La actriz protagoniza hoy y mañana en el Gran Teatro la versión teatral de la novela de Romain Gary 'La vida por delante', en la que interpreta a una vieja prostituta
Concha Velasco es madame Rosa, la antigua prostituta judía superviviente de Auschwitz que protagoniza La vida por delante de Romain Gary, una historia de marginados en un suburbio de París. La actriz, que recoge un papel que fue interpretado en el cine por Simone Signoret, regresa a Córdoba con este montaje dirigido por José María Pou en el que tiene como compañeros de reparto a Rubén de Eguía, José Luis Fernández y Carles Canut. La cita es en el Gran Teatro, hoy a las 22:00 y mañana a las 18:30 y 21:30.
-¿Qué suponen esta obra y este personaje en su trayectoria?
-Algo muy importante en términos profesionales y personales. Este personaje me está dando muchas cosas, a pesar de que los comienzos fueron duros. Anuncié que este iba a ser mi último trabajo sobre los escenarios, pero estoy disfrutando tanto que he considerado la posibilidad de retractarme. No sé, ya veremos, seguramente dejaré el escenario pero no descarto volver de manera esporádica.
-¿Cómo se implicó en el proyecto?
-Yo conocía la novela y me gustaba muchísimo. Me interesaba la figura de Romain Gary, que fue escritor, diplomático, trabajó en el cine y el teatro... Yo lo conocía desde los años 60, había visto la película que se hizo sobre esta novela y siempre me había interesado. Es una película maravillosa que ganó el Oscar a la mejor cinta en habla no inglesa. Así que cuando me enteré de que la empresa Focus había comprado los derechos para producir la obra, pensé: esto es lo que quiero hacer. En mi carrera yo no he esperado a que me llamen. O bien he producido lo que quería hacer o he llamado para mostrar mi interés. Me he equivocado mucho, pero también he acertado a veces, como lo demuestra la respuesta de la gente.
-¿Qué diferencias sustanciales hay entre esta adaptación y sus referentes literario y fílmico?
-Aquí hay menos personajes. Se habla de muchos que no salen en escena. En la historia original hay muchísimos personajes.
-¿Cómo es madame Rosa?
-Vive rodeada de proxenetas, prostitutas, inmigrantes, niños abandonados... Ella recoge niños hasta que son mayores de edad y los educa. Recibe un pequeño sueldo de los servicios sociales. Llega un momento en el que no le permiten tener más niños. Está mal de la cabeza y de las piernas, tiene pérdidas de consciencia... Recuerda en flashes su pasado de niña y de prostituta. Y hay un niño que está solo en el mundo y que sólo la tiene a ella: Momo. Entre ellos surge una relación interesante: tienen la necesidad de engañarse mutuamente para no quedarse sin nada.
-Los conflictos dramáticos que plantea la obra tienen relación con problemáticas muy actuales...
-Ahí está por ejemplo el tema de la muerte digna, del que se ha hablado mucho últimamente en Andalucía. También la religión y la raza. Madame Rosa se compromete a educar a los niños según la religión, la raza y las costumbres de cada uno. Es una intelectual autodidacta. Realmente no sabemos mucho de ella. Es judía y polaca, pero no sabemos por ejemplo por qué es prostituta desde tan joven.
-¿Cómo ha sido el trabajo con José María Pou?
-Duro. Es un director que sabe mucho. A mí me gusta trabajar con directores que han sido actores porque tienen una sensibilidad especial. Pou ha trabajado con los más grandes, incluido Adolfo Marsillach. Entre los directores que no son actores, yo destacaría a José Carlos Plaza, con el que he hecho algunos de mis trabajos más queridos. Pou es duro, te puede tener ocho horas ensayando con un plátano y un vaso de agua, pero no te da el tono y sabe hasta dónde tiene que llegar. Hay directores no actores que quieren imponerle el tono al actor, y eso es un error. Pou ha podido conmigo. Es más fuerte que yo, que ya es decir.
-En una gira tan larga, la identificación con el personaje debe de llegar a un punto casi enfermizo...
-Llevamos 239 representaciones y terminamos la gira el 3 de julio en Gijón. A mí me gustaría ir después a Madrid. Allí hay una cartelera muy variada pero la vida teatral es complicada: todo está politizado, la crítica está enfrentada... Me gustaría conquistar Madrid. Respecto al personaje, la verdad es que al principio me costaba desprenderme de él. Lo pasé mal. Llegaba al camerino con dos horas de antelación y necesitaba estar sola, en silencio... Ahora es distinto, me basta con un cuarto de hora. Llego y me pongo rancheras, boleros y tangos, que es lo que yo escucho, Algunas veces, la Callas. Ahora disfruto mucho el personaje.
-¿Qué matices propios le ha aportado?
-A los grandes personajes yo les aporto solamente mi físico. Lo demás me lo aportan ellos a mí.
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