Gore histórico

ESTOCOLMO 1520. EL REY TIRANO | CRÍTICA

El actor Claes Bang forma parte del elenco.
El actor Claes Bang forma parte del elenco. / D. S.

La ficha

(*) 'Estocolmo 1520. El rey tirano'. Aventuras. Suecia. 2023. 117 min. Dirección: Mikael Håfström. Guion: Nora Landsrød, Erlend Loe. Música: Steffen Thum. Fotografía: Pär M. Ekberg. Intérpretes: Sophie Cookson, Claes Bang, Alba August, Emily Beecham, Matías Varela.

Quizás fue El señor de l guerra (F. J. Schaffner, 1965) la primera película histórica de un literal realismo sucio, entendiendo por lo primero una encomiable voluntad de verosimilitud al aproximarse a la realidad de la época representada, eludiendo el embellecimiento habitual en este género, y por lo segundo, es decir lo sucio, la representación de las consecuencias de hechos indudablemente históricos como la carencia de duchas, geles y odontólogos.

Más de medio siglo después se ha producido una singular hibridación entre la historia, el realismo físicamente sucio, la estética musculosa de la fantasía heroica o erótica y la violencia extrema del cine gore que ha producido con mucho éxito cositas como 300, El hombre del norte, Valhalla Rising o Beowulf (por la razón que sea, quizás por el juego que pueda dar el universo bárbaro sumado al éxito de las novelas eróticas de highlanders y vikingos, el norte inspira muchas de estas películas).

Es el caso, aunque ambientada en tiempos posteriores, de esta película que encuentra un filón en el cruel Cristián II de Dinamarca (1481-1559), que entre sus muchos crímenes atesora el llamado baño de sangre de Estocolmo tras invadir Suecia. Mikael Håfström, director sueco que se reparte entre su país (Evil, El fantasma del lago) y Hollywood (Sin control, Plan de escape), consciente de lo que le pide a este cruento episodio histórico para hacer rentable esta costosa producción, se recrea en ese realismo sucio que explota la cochambre de la época y la crueldad del protagonista (alentado por un siniestro arzobispo), añadiendo con calzador personajes femeninos de ficción a los históricos (por aquello del empoderamiento, supongo) y tomándose licencias humorísticas poco apropiadas para este personaje y la matanza de Estocolmo, pero muy útiles para reforzar su aspecto story-gore: sabe a qué público se dirige.

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