Cuando fuimos unos golfos
Gira 'Antes de que cuente diez'. Fecha: viernes 27 de noviembre. Lugar: Palacio de Deportes Vista Alegre. Lleno.
"Me hace sentir viejo", dijo Mohammed Ali, cuando vio Cuando fuimos reyes, el documental sobre su pelea en Zaire con George Foreman en 1974. Lo mismo pasa con Fito Cabrales, que hace que uno recuerde los tiempos en los que la muchachada se lavaba los dientes con Cruzcampo ahora que nos hemos dado al Signal acción blanqueante. El músico bilbaíno, que en Córdoba avaló la candidatura a 2016 lo que se le agradece, ha logrado lijar las aristas de sus propuestas pasadas para que su música pueda ser escuchada por toda la familia cuando va al cole en monovolumen, por la adolescente con novio, por el rockero con nostalgia de lo que fue o por la oyente de la COPE.
Inteligente hasta ser capaz de reconducir su propia carrera, Fito -y los Fitipaldis- presentó en Vista Alegre un sonido compacto pese a las limitaciones del recinto, que es que da asco. Merece la pena escuchar música en un loro robado de un Seat 127. Empero, el rock energético, probablemente monocorde, pero que gusta y engancha a una audiencia amplia, tampoco necesita de exquisiteces. Sólo hace falta volumen y guitarreo del de toda la vida. Una banda sólida, canciones sobradamente conocidas (con un directo similar a lo que se escucha en el CD), populares en extremo, de un músico que ha logrado enganchar a un público transversal gracias al oficio que dan los años. Dos horitas de rock en el que repasó su último disco Antes de que cuente diez y lo más popular de su discografía, so pena de ser lanzado al río. Vista Alegre, dicho sea de paso, se lo pasó estupendamente. Pues vale.
En el escenario se pudo ver, lo que son las cosas, la comparencia como teloneros de La Cabra Mecánica, propuesta en proceso de liquidación de Lichis, uno de los pocos escritores de canciones en español a los que conviene llamar poeta. Una horita escasa, con muchas de sus grandes canciones en el tintero, sin efectos innecesarios. Probablemente, Lichis haya perpetrado los mejores versos para ser cantados por un artista en la música popular de los últimos años, lo que en Vista Alegre es tanto como llevar un abrigo de piel en Camerún: no se le entendía un pimiento. Se agradece el desparpajo del madrileño -en versión reducida por alguna dieta de adelgazamiento- pese a lo impropio de la hora y que sus canciones suenan mejor cuando se las arropa con viento. Un respeto, además, para quien ha grabado la Copla del viudo del submarino, del Patuchas, grandísima canción de un grandísimo olvidado.
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