La firme apuesta de un joven cantaor

Francisco Martínez

21 de mayo 2010 - 05:00

Cante: Miguel del Pino. Guitarra: Rafael Trenas hijo. Fecha: miércoles 19 de mayo. Lugar: Posada del Potro. Lleno.

Cuando a un cantaor cuyo ejercicio está prácticamente centrado en cantar para el baile se le da la oportunidad de ofrecer un recital en solitario se le suelen apreciar características propias de dicha dedicación, que pueden ser tomadas como vicios técnicos en cuanto a determinados recursos estilísticos o como virtudes en el caso del dominio rítmico. Este hecho se constata, entre otros detalles, en la manera de afrontar algunos estilos, en la colocación de la voz y sobre todo en su velocidad. Así, la actuación de Miguel del Pino el pasado miércoles en la Posada del Potro estuvo marcada en algunos cantes por la inercia interpretativa que demanda el baile. Este síntoma es consecuencia de la falta de práctica en solitario: no se trata de un defecto artístico insuperable porque a poco que se decida a estructurar concienzudamente un repertorio como cantaor alante, Miguel del Pino lo abarcará y resolverá con eficacia y éxito.

Su fuerte está en los cantes de marcado compás, por lo que no faltaron en su propuesta las alegrías y bulerías, dos palos en los que el guiño al baile imaginado estuvo presente en algunas melodías y en la actitud expresiva. Pudo ir alternando diversas variantes con holgura, permitiéndose arriesgar tonalidades para una cabal interpretación de algunos estilos. En este sentido mostró honestidad de cantaor que no eludió ningún envite, a costa de verse apurado en algunos instantes por no adulterar fraseos y mantener fidelidad al estilo, como le ocurrió en la jabera. Este tipo de detalles son los que hacen confiar en un cantaor, en su profesionalidad y también en su proyección artística. En cambio, debe corregir la pulsación rítmica de la soleá por bulería, no en su base sino en la disposición de administrar las letras y estilos, respetando las correspondientes pausas en las que el guitarrista debe asumir un momentáneo protagonismo. En este palo dio sensación de ansiedad y prisas, con una interminable cascada de coplas sin desfallecimiento. Del Pino también cantó malagueñas, verdial, fandangos de Huelva y naturales en una tarde en la que dejó patente su condición de joven cantaor que va en serio en su apuesta flamenca.

Técnicamente ágil se mostró Rafael Trenas hijo, seguro en la pulsación y con buen tino en la elección de falsetas. Aunque su padre ha sido su principal tutor y guía, Trenas hijo está digiriendo variadas escuelas de toque que le están proporcionando un mayor juego a la hora de acompañar, aportándole más posibilidades musicales. Conjugó con sensibilidad virtuosismo y sencillez, siempre al servicio del cante.

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