Música

41 Festival de la Guitarra de Córdoba: Guitarricadelafuente o el éxito de la normalidad

  • El joven cantautor de Benicassim cautiva a un público entregado con un estilo único que moderniza lo añejo

Guitarricadelafuente, acompañado de su banda, durante su actuación en el Gran Teatro.

Guitarricadelafuente, acompañado de su banda, durante su actuación en el Gran Teatro. / Miguel Ángel Salas

Con el papel agotado desde semanas, casi al mismo tiempo que artistas consagrados como Sara Baras o Coque Malla, el fenómeno Guitarricadelafuente demostró a su paso por el Festival de la Guitarra de Córdoba por qué es la gran sensación musical del año (o de los últimos años). El joven cantautor de Benicassim ha cautivado a una legión de fans entregada con ese estilo único, a caballo entre lo añejo y lo moderno, en el que todo parece más sencillo de lo que realmente es.

Porque tocar y cantar como si en lugar de estar en el Gran Teatro estuvieras en una reunión desenfada con amigos, tiene su miga. Pero esa es la verdadera esencia de Álvaro Lafuente, quien aparece al quitarse el disfraz de Guitarrica, y la que se afana en mantener, para seguir mostrando la misma cercanía que derrochaba en los comienzos, hace apenas un par de años, cuando empezó a darse a conocer.

Porque todos esos que hoy canturrean sus letras, que se mueven acompasados durante sus canciones, que se levantan de sus asientos cada tres por cuatro para tararear sus temas, descubrieron a través de Instagram y otras redes sociales a Lafuente en pleno confinamiento. El covid, ese que ha dejado tantas heridas, se convirtió en su lanzadera de la misma manera que un minúsculo pueblo de esa cacareada España vaciada se convirtió, no sin quererlo, en su inagotable fuente de inspiración.

La tranquilidad de Cuevas de Cañart, con sus apenas 74 habitantes –datos de 2021– y donde “la vida es tan bonita que parece de verdad”,como recita en ese Guantanamera que se guarda para el final es el origen de todo. Allí, Guitarricadelafuente empezó a construir un sueño que hoy le permite llenar teatros, salas y festivales. Allí compuso esos primeros temas, que son parte de este viaje, y que tuvieron también su sitio en el concierto, a pesar de que el menú principal fue ese primer disco de estudio, La cantera, al que el gran Raül Refree –el mismo que ha puesto a Rosalía en el mundo– le ha dado su toque genial para hacerlo más genial.

Acompañado de su banda, que forman Belén, Álex, Víctor –recibió la felicitación del público por su cumpleaños– y Enrique, y con mil y un cambios de guitarra, Guitarrica ha tardado poco en darse cuenta de que jugaba en casa. Su simple aparición en el escenario ya ha levantado al respetable, mayoritariamente joven y femenino; a partir de ahí y con los primeros sonidos sintetizados, que van de la mano del resto de instrumentos durante toda la actuación, su inconfundible voz, a veces como entrecortada, a veces como si no quisiera salir del cuerpo, ha comenzado a hacer el resto.

La singular Redondico, esas jotas modernizadas y en parte casi aflamencadas de La filipina o los ritmos sudamericanos de Flor de caramelo han dado forma a la primera parte del espectáculo, con algún guiño a Córdoba, primera parada andaluza de su gira y a la que ha mostrado “respeto” por ser una tierra tan “inspiradora”. Luego ya con los sones de Caballito, la cosa ha empezado a cambiar; porque con los fans con ganas de fiesta, y los propios artistas contagiados de ellas, el Gran Teatro no ha tardado en convertirse en una sala de conciertos, con el público en pie, fuera formalismos.

Álvaro Lafuente, guitarra en mano, en un momento del espectáculo. Álvaro Lafuente, guitarra en mano, en un momento del espectáculo.

Álvaro Lafuente, guitarra en mano, en un momento del espectáculo. / Miguel Ángel Salas

Ha sido el momento de Abc y los pasajes continuos por ese “hace falta valor, no hace falta dinero” u otro clásico como Agua y mezcal, antes de esa introspección que provoca Algarabía con su “yo no tengo la culpa, papá, de la que vida sea tan fea” y que ha tenido continuidad con Quién encendió la luz y ese tarareado a modo de coro “si te pudieras vestir de terciopelo y regaliz, tú me darías un besito en la punta de la nariz”.

Así, Guitarricadelafuente ha iniciado la despedida, no sin antes barrer para casa y recordar, en el epílogo, esa ascendencia aragonesa de la que hace gala siempre que puede. Han llegado Vidalita del mar, inspirada en el clásico Me gustaría darte el mar del malogrado Joaquín Carbonell y Guantanamera, con esos guiños constantes a Cuevas de Cañart, antes de una despedida que no ha sido tal. Porque con el público en pie pidiendo su vuelta, Álvaro Lafuente ha vuelto a coger su guitarra y ha finiquitado el concierto con un homenaje al siempre recordado José Antonio Labordeta y la interpretación de La Albada. Un punto y final colosal de un joven que tiene claro que para triunfar, solo hace falta ser un chico normal.

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