Ha muerto en Málaga a los 90 años, Manolo Fuertes, amigo entrañable, que durante décadas trabajó incansablemente creando hermosos cuadros y dibujos a la cera de paisajes y bodegones que desde lejos se distinguen como genuinamente suyos, planos de colores perfectamente construidos, que pueden contemplarse sin que cansen a la vista.

Vivió unos años en Barcelona, y tenía casa en Madrid, donde exponía con frecuencia y reunía a numerosos artistas y amigos, pero fue su compañero al que conocía desde la niñez, el empresario y mecenas de las artes Francisco Campos, fundador y propietario del espacio El Pimpi, quién fraguó en Málaga un lugar único e irrepetible de encuentro, que Manuel apoyaba con su espíritu de juventud renovada.

La conexión con Bodegas Campos de Córdoba nunca se perdió, y personas vinculadas a Málaga como su sobrino José Campos, mantienen vivo ese centro excepcional de gastronomía y cultura, y también el prestigioso abogado Javier Martín; otros cordobeses que vinieron a vivir aquí como el poeta premio Príncipe de Asturias, Pablo García Baena, formaban parte de lo que más que un círculo era una espiral de creación y amistad.

La pintura de Manolo Fuertes ha sido interpretada por números artistas como Rafael Pérez Estrada, Antonio Gala o Gloria Fuertes, pero es quizás García Baena quien mejor nos descubre los orígenes de lo que llama lenguaje estético de la blancura, una pintura que, nos dice, crece junto al mar de Málaga, y para la que el pintor tiene aún en los ojos destellos de la Judería cordobesa.

Decía Manolo Fuertes en una de las muchas entrevistas publicadas, que buscaba con su pintura transmitir paz y alegría, y esto deben sentir las docenas de felices poseedores de sus obras, que tienen la cualidad de gustar a todo el mundo, pues donde algunos aprecian la sencillez, otros ven la complejidad de los planos, y lo que aparece como esquemático, puede sugerir un rincón anhelado en cualquier lugar del sur.

A sus cuatro sobrinos, Fuertes López y Fuertes Castillejo, Galán Fuertes y Garfia Fuertes, tan unidos a él, les queda la memoria de una persona muy querida, sensible y buena, que dio todo de sí con una permanente y generosa vitalidad creadora.