Acontecimiento Un esperado equipamiento cultural abre sus puertas

Un espacio para la Historia

  • El Museo Arqueológico inaugura mañana su nuevo edificio, en el que la exposición 'Córdoba, encuentro de culturas' ofrece un recorrido por el patrimonio arqueológico de la provincia a través de 500 piezas

El proyecto de reforma y ampliación del Museo Arqueológico y Etnológico de Córdoba avanza en los años como un goteo sigiloso, se proyecta en el presente y el futuro de la ciudad con su orgullo tímido, sus previsiones laboriosas, su precaución y su promesa. Administra sus logros y en amplios segmentos de tiempo queda relegado a un incompleto pero áspero olvido, sepultado por los más perentorios asuntos de la actualidad. La hemeroteca revela la dilatada historia de una empresa cuyas raíces hay que buscarlas en 1992 y que mañana celebrará la culminación de una etapa con la inauguración del nuevo edificio del museo, ubicado junto al antiguo en la plaza de Jerónimo Páez.

La construcción de este espacio, que se desarrolló entre 2004 y 2008 (posteriormente se han llevado a cabo las labores de musealización), dará paso en los próximos años a la reforma del edificio que alberga el museo desde los años 50, que tuvo que ser cerrado temporalmente hace unos años por unas obras de emergencia debido a su mal estado. La ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, será la encargada de inaugurar, acompañada por el consejero de Cultura de la Junta de Andalucía, Paulino Plata, el nuevo equipamiento, que acogerá las exposiciones temporales del museo y en el que tienen cabida talleres, despachos y áreas de trabajo, además de una biblioteca, un aula educativa y espacios de servicio para los visitantes. El centro ofrece como bienvenida la exposición Córdoba, encuentro de culturas, que reúne algunas de las piezas más relevantes del museo en un recorrido por el pasado de Córdoba desde la Prehistoria hasta la Edad Media. Junto a esto, el otro gran atractivo (este, permanente) es la musealización de los restos del teatro romano de Córdoba, que han sido integrado en el edificio como un testimonio de la importancia de la ciudad en el siglo I de la era cristiana.

La visita se inicia con un vídeo introductorio que explica la historia del museo. La exposición está dividida en dos partes: hay una propuesta de recorrido pero las dos secciones son autónomas. Unas 500 piezas de los fondos de la institución han sido seleccionadas para mostrar al visitante la palpitante riqueza de la historia arqueológica de Córdoba. Se trata de una exposición temporal de larga duración: cuando el Palacio de los Páez esté restaurado, todo este legado regresará allí. La selección ha sido precisa y ofrece al público la posibilidad de contemplar obras que en muchos casos ya son conocidas (sobre todo, para los cordobeses) pero que adquieren una nueva dimensión a la luz de un discurso museológico renovado y contemporáneo. El recorrido por las colecciones se ve enriquecido por unos puntos interactivos que ofrecen información sobre distintos aspectos. La amplitud del espacio, la manera en que se distribuyen las vitrinas y los materiales, la diversidad y calidad de las piezas expuestas y la claridad y sencillez de los paneles (que evitan cansar al lector con abigarradas explicaciones) otorgan a la visita un carácter placentero reforzado por una iluminación que crea un clima de calidez y beneficia la contemplación de lo que se ofrece al visitante como una suma de testimonios a lo largo de los siglos. La época romana y la islámica afloran como los dos grandes referentes en un recorrido en el que la memoria de Córdoba queda expuesta en dos niveles fundamentales: el que hace referencia a la dimensión cultural y política de la ciudad en los diversos periodos (primera parte de la exposición) y el que repara en la vida de sus habitantes, sus costumbres, creencias y aficiones (segunda parte).

Están Afrodita agachada y el león ibérico de Nueva Carteya, Mithras de Cabra y una amplia selección de capiteles romanos, la máscara de Pan y una colección de monedas que abarca desde los denarios del siglo III a. C. hasta las doblas castellanas del siglo XV. El visitante contemplará la huella neolítica en la provincia y la evolución en los modelos de las casas a través de las épocas; mosaicos, sarcófagos paleocristianos, ménsulas, relieves, celosías califales, braserillos, juguetes, instrumentos musicales y piezas de ornamento y adorno. Maquetas de construcciones singulares como el templo romano de la calle Claudio Marcelo y el alminar de la Mezquita de Abderramán III.

Y, por supuesto, los restos integrados del teatro romano. Un audiovisual sobre la construcción de un edificio de estas características y un panel explicativo dan la bienvenida al visitante, que desciende por una pasarela contemplando las distintas partes del coliseo y desemboca en un nuevo panel que reconoce la imposibilidad de localizar exactamente el frente de escena hasta que no se amplíe la zona excavada a la plaza de Jerónimo Páez y las calles aledañas. La Córdoba del siglo XXI conecta con la del siglo I a través de este simbólico abrazo histórico en los restos del que fue uno de los teatros más grandes del Imperio.

Interesa detenerse en la procedencia de las piezas: numerosas localizaciones (calles, plazas, monumentos) de la ciudad y la provincia están representadas en el museo, completando un extenso paisaje arqueológico que ayuda a entender la riqueza del legado patrimonial que se exhibe.

La configuración del nuevo edificio, por tanto, atiende a una división entre áreas públicas y restringidas. La zona de recepción de visitantes es un gran espacio diáfano en el que ya se percibe ese maridaje entre modernidad e Historia, ese acercamiento al pasado con los recursos y los lenguajes del presente. Es singular también el contraste entre este equipamiento y el viejo palacio renacentista colindante.

El Museo Arqueológico de Córdoba no estará acabado y no ofrecerá su definitiva versión hasta que no concluya la restauración de este último edificio, que contempla una ampliación del espacio disponible. Paralelamente a la reforma se trabajará en la puesta en valor de los restos arqueológicos del solar norte, donde se conservan trazas importantes de la reforma urbanística ideada en Córdoba durante los últimos años del siglo I a. C.

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