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Cultura

El drama de una señorita

La puertas de Gran Teatro abrieron para acoger a La señorita Julia, obra del escritor sueco y precursor del Teatro actual Johan August Strindberg. La cocina de la finca de un conde es el lugar de los hechos y la noche festiva de San Juan cuando se producen. Los sirvientes, una cocinera ultra religiosa defensora de lo tradicional y un criado apuesto y ambicioso reciben la visita de la señorita Julia, hija del conde, una mujer colmada de caprichos, educada para ordenar y ser obedecida en todo.

La noche tendrá dos partes. En la primera, criado y señorita jugaran a la seducción. Un tira y afloja que desemboca en sexo, algo inconcebible entre una mujer noble y un hombre de condición humilde. Tras haberse dejado llevar de forma inconsciente por el deseo, hay una segunda parte donde la consecuencia de su acto rompe el estatus que los distingue. Surge entre los dos una pugna por hacerse con el control sobre la otra persona. Ya no hay juego que valga, solamente instinto de supervivencia. Un instinto sometido a las reglas morales y sociales que los obliga finalmente a mantenerse en su posición a costa de sacrificar sus ilusiones y vidas.

La ambientación esta cuidada al mínimo detalle para situar la obra en la época que ocurrieron (Strindberg se basó en hechos reales y en su propia vida para escribir esta obra). El uso de música en vivo ameniza la representación. Al llevar a escena un drama tan conocido mundialmente como éste, han querido dar un toque de distanciamiento añadiendo un prólogo leído por el actor y las actrices en el cual comentan la obra, sus ideas principales, personajes y lo que representan, e incluyen citas del propio autor. Una forma de contar al público lo que luego va a ocurrir.

En el aspecto interpretativo el trabajo de María Adanez, Raúl Prieto y Chusa Barbero es brillante. Se nota que la obra está rodada y se encuentran a gusto en escena. De lo contrario, hubiera sido difícil mantener la atención del público durante las dos horas aproximadamente que dura la función.

Con Señorita Julia, Strindberg presenta lo que denominó Lucha de cerebros. Los diálogos giran sobre una misma historia y sus protagonistas entablan un combate donde la violencia es psicológica y extenuante. La acción es fundamentalmente interna y los silencios tienen tanto peso como la palabra. Los temas que trata están todavía presentes en nuestra sociedad y la lucha por la igualdad entre clases y sexos además de ser psicológica también llega a ser cuerpo a cuerpo. Desgraciadamente casi siempre paga quien es más débil e inocente.

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