La cultura como forma de conseguir paz y convivencia

El diálogo, la convivencia y la educación en valores de los ciudadanos son la base fundamental de la candidatura de San Sebastián a la Capitalidad Cultural Europea en 2016, que, a pesar de ser una de las últimas en presentarse (2008), es una de las que suenan como favoritas. La capital guipuzcoana deja a un lado las infraestructuras y los grandes programas culturales -tiene un alto nivel en ambos aspectos- para dar un matiz humanista a un proyecto que se presenta bajo el lema Olas de energía ciudadana.

Esta ciudad, una de las más castigadas por el terrorismo, pretende crear un futuro alejado de la violencia y, a través de su experiencia, reflexionar sobre la paz y el conflicto en la Europa del siglo XXI.

La participación ciudadana ha ocupado un papel fundamental en la elaboración de la programación cultural de San Sebastián y a partir de varias reuniones sectoriales y laboratorios creativos se han recogido más de 500 propuestas. De esta forma, la aspirante quiere hacer de las personas un motor de transformación social.

Olas de energía ciudadana sustenta los tres ejes temáticos que conforman los pilares de la candidatura y que se resumen en tres gerundios: conviviendo (en la cultura de paz y educación en valores), conversando (como ciudad de las palabras, las lenguas y los lenguajes) y confluyendo (en la eurociudad cultural vasca, el eje transfronterizo Bayona-San Sebastián).

Estos enunciados permiten abordar las cuestiones centrales de la candidatura, entre ellas la activación de una cultura para la convivencia en las ciudades de Europa que contribuya a poner fin a las expresiones de violencia, la contribución a regenerar la sociedad garantizando el pleno desarrollo humano y la posibilidad de convergencia de lenguas, lenguajes y expresiones culturales de todo el continente.

Bajo los conceptos conviviendo, conversando y confluyendo, San Sebastián 2016 divide su proyecto en siete grandes faros de la costa vasca que representan una temática. El primero de ellos es el faro de la isla de Santa Clara (San Sebastián), que es el de la convivencia, un semillero de paz y de concordia. Con esto la candidata quiere transmitir que la cultura y la educación son la mejor forma de rebeldía contra cualquier forma de exclusión, barbarie y violencia y una forma de impulsar nuevos códigos sociales para la reconciliación.

El faro de Igeldo (San Sebastián) es el de la vida solidaria y resalta la dimensión internacional del movimiento cooperativista guipuzcoano. A través de él se pone de relieve el desarrollo de políticas sociales públicas y la apuesta por una cultura educadora.

El tercero de ellos es el faro de Sokoa (Ciboure, Francia), que representa la realidad bilingüe del territorio vasco; mientras que el faro de La Plata (Pasaia, Guipúzcoa) figura como el del conocimiento compartido e incide en las nuevas formas de socialización, tanto en entornos físicos como digitales, para contribuir al fortalecimiento y la consolidación de las redes sociales.

La eurociudad cultural -formada por San Sebastián-Biarritz-Bayona- está encarnada en el faro de Higuer (Fuenterrabía, Guipúzcoa) y resalta el lugar geográfico estratégico en medio del corredor euroatlántico que ocupan estas localidades. Para finalizar, el proyecto donostiarra se fija en los faros de Biarritz (Francia) y Zumaia (Guipúzcoa), a los que renombra como faro de la biodiversidad y faro del Atlántico. De esta manera, San Sebastián destaca su diversidad natural y su paisaje y la necesidad de protegerlo.

Respecto a la programación, una tamborrada europea, talleres artísticos, exposiciones sobre la guerra y la paz, una propuesta de revisar la obra Alicia en el país de las maravillas con lenguajes alternativos, clases exprés de euskera, encuentros con cineastas o reuniones científicas sobre el mar son algunas de las propuestas incluidas en el proyecto de San Sebastián.