La crudeza del 'spanish horror'
Víctor Matellano analiza en un libro publicado por T&B las aportaciones del cine español al género del terror
Alrededor de 500 películas aparecen recogidas en el libro Spanish Horror, un repaso a la historia del cine de terror español, cuya principal característica es, a juicio de su autor, Víctor Matellano, "la truculencia mediterránea".
"Lo que identifica al cine español de terror es la brutalidad. Es un terror algo menos fino. Aquí los hachazos, como botón de ejemplo, pueden contemplarse en toda regla", explica Matellano.
El VI Festival de Cine de Alicante, clausurado ayer y que ha rendido un homenaje al cine nacional de terror, ha servido de marco para la presentación del libro Spanish Horror, si bien su autor tiene previsto también darlo a conocer en Madrid el próximo viernes.
La publicación, editada por la firma T&B y el Ayuntamiento de Talamanca del Jarama, en cuya cartuja se han rodado una treintena de películas de ese género, recopila la historia española de este género, entre títulos, directores, actores, localizaciones y anécdotas.
Matellano, aficionado al género "desde bien chiquito", huye de compilaciones generales, pues ha excluido el cine fantástico y centra su libro "de forma exclusiva en el terror y el horror".
La obra cuenta con sendos prólogos de Christopher Lee y Paul Naschy, quien precisamente fue homenajeado ayer en la gala de clausura del festival alicantino con la entrega del premio A toda una vida.
Aunque ahora el cine de terror español "camina con identidad propia y con holgura" por todo el mundo, con títulos como Los otros, El orfanato o REC, en sus inicios, "allá por la década de los 60 y 70", quiso parecerse en exceso "al horror inglés y al americano".
No sólo los personajes eran "los tradicionales e importados", como El Hombre Lobo o Drácula, sino que también se buscaban escenarios y situaciones parecidas a las que ofrecía la compañía británica Hammer Productions.
"Y eso que la Hammer fue fundada por dos españoles que emigraron al Reino Unido", apunta como anécdota.
Tal es así, explica Matellano, que directores y actores españoles optaban por cambiar sus nombres, como Jess Franco, Gene Martin o el propio Naschy, si bien buena parte de este "mimetismo" venía dado por las posibilidades de vender este producto en el mercado exterior.
Como ejemplo, el filme Mil gritos tiene la noche, de Juan Piquer Simón, se estrenó en 85 salas de cine de Estados Unidos.
Además, era habitual que el director rodara una versión "con la actriz vestida para el mercado español y desnuda para su venta al extranjero".
El libro bucea por los entresijos del cine de terror en España, desde los antecedentes de La torre de los siete jorobados (1944, Edgar Neville) y Gritos en la noche (1961, Jesús Franco) y el inicio del género como tal, con La marca del hombre lobo (1967, Enrique Eguiluz), hasta los tiempos actuales con REC (2007, Jaume Balagueró/Paco Plaza) y El orfanato (2007, Juan A. Bayona).
También se hace eco de los años 70, con títulos como La noche de Walpurgis (1970, León Klimowsky) o La residencia (1969, Narciso Ibáñez Serrador).
Entre las anécdotas, según repasa Matellano, está la aparición de María José Cantudo "vestida de zombi" en la película El espanto surge de la tumba, del director Carlos Aured.
El autor no olvida en su libro que "España y la calidad de sus directores y actores también han sido tenidas en cuenta desde el exterior". De hecho, actores extranjeros como Robert Englund (La lengua asesina), Christopher Lee (Pánico en el transiberiano), Vincent Price, Boris Karloff (El coleccionista de cadáveres) o la propia Calista Flockhart (Frágiles) han participado en rodajes españoles.
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