Lo vienés no quita lo castizo
Crítica Concierto de Año Nuevo
La ficha
*** Orquesta de Córdoba
Concierto de Año Nuevo. Programa: ‘Año Nuevo castizo, Año Nuevo vienés’. Federico Chueca, ‘El Bateo’ (Preludio). Tomás Bretón, ‘La verbena de La Paloma’ (Preludio). Severiano Soutullo y Juan Vert, ‘La leyenda del beso’ (Intermezzo). Amadeo Vives, ‘Doña Francisquita’ (Fandango). Gerónimo Giménez, ‘El baile de Luis Alonso’ (Intermedio). Pablo Luna, ‘Benamor’ (Danza del Fuego). Francisco Asenjo Barbieri, ‘El barberillo de Lavapiés’ (Preludio). Ruperto Chapí, ‘El tambor de Granaderos’ (Preludio). Johann Strauss II, ‘El murciélago’ (Obertura), ‘Voces de primavera, op. 410’. Johann Strauss I, ‘Cachucha-Galopp, op. 97’. Johann Strauss II, ‘El barón gitano’ (Obertura), ‘Perpetuum Mobile, op. 257’, ‘Tritsch-Tratsch Polka, op. 257’, ‘Al bello Danubio azul’. Orquesta de Córdoba. Director: José Antonio Montaño. Fecha: 1 de enero de 2020. Lugar: Gran Teatro. Lleno.
Amenísimo y bien estructurado programa el que nos ofreció la Orquesta de Córdoba el pasado miércoles. Era el Concierto Extraordinario de Año Nuevo y se apostaba por la fórmula, ya tradicional, de añadir los chispeantes ritmos de nuestra zarzuela a los de los valses y polcas vieneses habituales en estos conciertos con que centenares de ciudades del mundo saludan la entrada del año civil.
En Córdoba, esta idea de programa mixto (castizo y vienés), que dio por cierto frutos memorables en los tiempos de Hernández Silva, suele hacer las delicias de un público fiel, reforzado para la ocasión con la presencia de familias completas que tienen incorporada a sus tradiciones de Navidad la de la asistencia al Concierto de Año Nuevo.
El director invitado para la ocasión era el madrileño José Antonio Montaño, bastante conocido por su trabajo habitual con muchas orquestas españolas y por la reciente (2016) puesta en marcha y dirección de la orquesta de instrumentos antiguos La Madrileña.
Montaño dirigió con solvencia tanto la primera parte española como la segunda vienesa, alcanzando momentos muy buenos (Pablo Luna, Severiano Soutullo…) que alternaron con otros en los que quizás no se acabaron de lograr del todo (especialmente, en el aspecto rítmico) las necesarias conjunción y contundencia que asociamos a muchas de estas músicas conectadas con la danza.
La Orquesta de Córdoba, a un buen nivel general, brilló más en las intervenciones individuales (flauta, cello…) que en el conjunto, lo que acaso se debiera a circunstancias derivadas de la acumulación de trabajo que se da por estas fechas.
No obstante, la profesionalidad incuestionable de orquesta y director, así como los momentos buenos que lograron con frecuencia, colmaron sobradamente las expectativas de un público entregado a las alegrías vienesas y castizas con que los artistas nos desearon a todos felicidad en 2020. Que así sea.
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