Cultura

El cordobés José María Tejero, herido grave en un par banderillas

  • Enrique Ponce da una vuelta al ruedo · Destellos de Morante · Castella se la juega en el sexto · Desigual encierro de 'cuvillos' remendado con dos de Santos

Comenzó la corrida con una mala noticia: cogida de José María Tejero. Cuando prendía un par de banderillas, que parece resbalaron al chocar con otras, se descolocó el torero en el embroque, perdió pie y cayó en la arena, donde el astado le lanzó tres o cuatro hachazos, hiriéndole un par de veces. Su hermano Antonio tuvo que colocar banderillas -¡vaya trago!-, mientras las asistencias llevaban en volandas al herido a la enfermería, donde le operaron de dos cornadas, de carácter grave, en la pierna derecha.

De nuevo, ayer, dio la impresión de que Bilbao es feudo de Enrique Ponce y de que la afición vasca le tiene como torero predilecto. Consiguió sus mejores momentos con el cuarto, un astado manejable, con un notable pitón derecho. El valenciano se lució con la diestra en tres series preñadas de ligazón. Con la zurda también consiguió una serie estimable. Le faltó ceñirse en una faena que resultó bien estructurada y larga. Con su primero, sin entrega, trasteo voluntarioso que remató con un bajonazo.

Morante, con el único astado de su lote que tuvo posibilidades para el lucimiento, desplegó su tauromaquia en una faena salpicada de detalles de calidad. Con ese segundo de la tarde, al que los pitones se le abrieron como brochas tras la pelea en varas, brilló por momentos el de La Puebla. Toro sin entrega, algo gazapón y que cabeceaba al término de los muletazos, pero que transmitió. Morante se empeñó en torear por el pitón derecho, el malo, por el que únicamente extrajo una tanda meritoria. Cuando se echó la muleta a la mano izquierda dibujó bellos naturales en una serie. En la siguiente tanda, dos naturales, con las zapatillas asentadas, fueron dos carteles de toros por su naturalidad y belleza. Recibió un aviso antes de acometer la suerte suprema, precisando de pinchazo y estocada caída. El quinto perdió las manos en la pelea con el caballo. Devolución. Como sobrero, un astado de Santos Alcalde, de feas hechuras -basto y alto- y peor condición que el titular. Mansísimo, se refugió en tablas y Morante cortó por lo sano, con las protestas de algunos espectadores.

Sebastián Castella, con el peor lote, dio lo mejor de si en el cierre del festejo. El precioso melocotón que hizo tercero se derrumbó de inmediato en varas. Protestas y devolución. En su lugar saltó un sobrero de la misma ganadería, parado, que acudía andando y con la cara alta. El francés no pudo lucirse, tras un prometedor comienzo en los medios en una tanda citando en larga distancia, ya que el animal se apagó de inmediato. Con el sexto, un toro descarado de Santos Alcaide, sin embestida franca alguna, Castella arriesgó con gallardía hasta que sufrió un hachazo por el pitón derecho. Salió el torero por los aires y se levantó con la banda interior de la taleguilla derecha rota. El torero galo, inasequible al desaliento, continuó fajándose con el toro que, tras desarrollar sentido, lo desarmó en otra tanda. Persistió en jugarse la vida hasta escuchar un aviso antes de entrar a matar, suerte en la que se vino abajo, con un pinchazo y un bajonazo.

Espectáculo espeso. Casi tres horas para un festejo en el que la noticia, lamentable noticia, fue la cogida grave del banderillero José María Tejero.

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