El concepto es el concepto


Gira 'Pájaros mojados'. Fecha: viernes 17 de mayo. Lugar: Teatro Góngora. Casi lleno.
Mira que ha intervenido en películas de todo tipo, series y obras de teatro. Pero yo siempre recordaré a María de Medeiros haciendo de Fatima do Espiritu Santo en Air Bag, cuando, fumando un puro, soporta el discurso hilarante de Pazos antes de que allí se desate la famosa "hondonada de hostias". Cosas de la memoria. Al reencontrarme con ella el viernes en el Góngora me enfrenté a una mujer inusual, dueña de los tiempos y los espacios, seductora, mágica, misteriosa… que concibe la música como una extensión de su labor como actriz ya que dota a su espectáculo de numerosos chasquidos teatrales, algunos más explícitos que otros, todos convincentes y necesarios para que el heterodoxo repertorio nunca suene a jaula de grillos. La canción Trapichana puede ser un ejemplo de ese brebaje que parece imposible de tragar y que en sus labios y, mientras mueve los brazos desnudos, se convierte en todo dulzura y naturalidad, sin ir más lejos: habla de un andaluz en Brasil y mezcla expresiones andaluzas con otras brasilerias, imagínense.
Embutida en un vestido de cuero negro, subida a unos zapatos de charol y con su pelo azabache, María consiguió ir convirtiendo la incertidumbre en alivio, en seducción, el reparo en atención y al final, el concierto en una copa de dulce licor que embriagó la noche, sumidos ya en su música. La que también hiciera de tímida y sensual novia del boxeador Bruce Willis en Pulp Fiction contó para su paso por Córdoba con diversas colaboraciones que se ajustaron en las formas al guión que la lisboeta había trazado. Entre ellos el cordobés Fernando Vacas, coartífice del disco que ahora presenta, ya que fue grabado en su casa-estudio, o el sin par Raimundo Amador que aspiraba a ser la sorpresa de la noche. Para mí no pudo serlo, porque la sorpresa fue María en sí. Y es que escuchar su último disco sin poder verla le hace perder mucho y el resultado desmerece. De hecho la escucha previa se me había atragantado y suscitado un extraño prejuicio con el que me senté en la butaca del teatro. Algo que ahora me parece un chiste, o un anzuelo. Un caramelo envenenado. Tal vez lo dispar del contenido, algunas modulaciones de la voz, tal vez los saltos en géneros o de idiomas, lo deslabazado, lo extremadamente variado… no sé, pero no iba convencido. Y ahora soy un creyente mientras el disco suena de fondo sinuoso.
Porque es verla y el velo cae. Fatima do Espiritu Santo hace el milagro y como en la tectónica de placas todo acaba ajustando. Todo, por muy estrambótica que pueda ser la canción, por muy fuera de lugar (o dentro, frente a la anterior) que pueda parecerte. Porque… advirtamos que ahora que se ha atrevido a componer, el resultado no ha podido ser más personal y arriesgado, el ejemplo son temas como ¿Quién eres tú?
Con una banda aliada, pequeña, pero con un resultado magnífico, Medeiros nos sedujo soplando nubes hacia pájaros eternos mientras la brujería emanaba del batería, poseído por el ritmo, en una teatral combinación con las caderas de María. Es un triste y maravilloso mundo, nos decía al oído, y cerrábamos los ojos para recordar a Tow Waits. En inglés, portugués o castellano, los temas llegaban desde diversas musicalidades y arreglos para someterse a un solo concepto: el concepto Medeiros, firme y disciplinada, marcado por la intensa personalidad de la cantante, que tratándolos como a niños pequeños fue poniéndolos a cada uno en su sitio hasta que completó un puzzle que horas antes nos parecía imposible.
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