El compromiso radical de Nancy Spero
El Museo Reina Sofía dedica una retrospectiva de casi 200 piezas a una de las artistas norteamericanas más destacables de las últimas décadas, pionera del arte feminista en el Nueva York de los años 60
Radical y contemporánea, Nancy Spero es una de las creadoras fundamentales de las últimas décadas a pesar de no ser muy conocida; por ello, el Museo Reina Sofía ha querido "hacer justicia y darle voz a una artista imprescindible".
Así lo afirmó Manuel Borja-Villel, director del museo y comisario junto a Rosario Peiró, durante la presentación de la primera gran retrospectiva organizada sobre la artista en Europa, que llega a Madrid después de su paso por el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba).
Formada por 178 piezas de esta agitadora cultural nacida en Cleveland (Ohio) en 1926, el título de la muestra, Disidanzas, responde a la relación entre dos aspectos fundamentales de su obra: su carácter crítico y contestatario con la situación político-artística que ha vivido y la importancia del movimiento y del cuerpo como vehículos de articulación de su discurso.
La exposición planteada por Borja-Villel y Rosario Peiró aborda todos los aspectos fundamentales de la obra de una de las pioneras del arte feminista y de la escena contestataria de Nueva York de los años 60 y 70 con piezas que forman un recorrido cronológico, desde algunos de sus primeros trabajos, hasta su última presentación en la pasada Bienal de Venecia, Maypole 2007.
"Se trata de una artista importante tanto por su obra como por su significado" que, con una experiencia de dolor a causa de la enfermedad degenerativa que sufre desde joven, "no ha renunciado a los aspectos literarios, ni a lo figurativo, y ha dado voz al otro", comentó Borja Villel.
El arte de Nancy Spero "está entre los géneros, a la vez literario y pictórico. Es un arte que abre caminos con una obra en la que el espectador se convierte en un lector", señaló el comisario, para quien la norteamericana es una artista que "inventa una forma, un modo de trabajar. Sus textos, sus pinturas literarias están hechas para ser experimentadas no tanto con los ojos como con el cuerpo".
Spero comenzó pintando sobre lienzo, medio que abandonó al considerar que era eminentemente masculino y, como tal, la marginaba como artista. A partir de entonces, sus esfuerzos se concentraron en crear un lenguaje pictórico específicamente femenino, en el que desecha el lienzo y se decanta por la fragilidad del papel. El movimiento, el ritmo y el color constituyen una gramática aplicada directamente sobre el cuerpo de la mujer que, reforzada y llena de energía, conquista "feminizando" el espacio masculino del arte.
Su compromiso político en los años 60 se convirtió en motivo fundamental de búsqueda en su trabajo con obras en las que da rienda suelta a su cólera y repulsión frente a la guerra. Sus piezas se inundan de lenguas y bombas fálicas, de helicópteros y hongos atómicos.
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