La serie de cómic negro 'Criminal' vuelve con 'Los pecadores'

La obra está protagonizada por personajes sórdidos que se mueven en una sociedad mísera

Efe / Madrid

12 de agosto 2010 - 05:00

Criminal, la serie de cómic negro con las historias más explosivas de sangre, sexo y demencia, vuelve en septiembre con la quinta novela gráfica de la saga, Los pecadores, y su particular visión de un mundo de personajes sórdidos que se resquebrajan en una sociedad plagada de engaños y miserias.

La serie del reconocido guionista Ed Brubaker (Gothan Central, Capitán America) y del dibujante Sean Philips (Sleeper), editada por Panini Comics, recupera en este quinto número al ex soldado estadounidense Tracy Lawlees, que reaparece con la misión de resolver el asesinato de varios peces gordos de la droga.

Los pecadores reincide en la fórmula que le ha granjeado el éxito a la serie, esto es, el intento por recuperar la esencia del género negro a través de historias duras pero reales, protagonizadas por un lumpen urbano que lucha contra su destino y que se enfrenta a las pulsiones humanas más bajas.

"El punto fuerte de Criminal -aparte de su calidad técnica en el dibujo y la narración- es que cuenta las historias de siempre, género negro como hemos visto en tantas películas y libros, pero con un dominio tal de los personajes y las tramas que parece algo nuevo", apunta Alejandro Viturtia, director editorial de Panini Comics.

Criminal reúne historias autoconclusivas en cada uno de sus números, pero a su vez entrelaza personajes y tramas que va destejiendo en los sucesivos libros. Así, el lector va conociendo poco a poco el pasado y las circunstancias que rodean a cada uno de los personajes de la novela.

Toda la saga "sigue una trama de folletín, pero bien llevada", explica Viturtia, quien también resalta la "fluidez" y "naturalidad" de las secuencias, en las que todo parece muy suelto y espontáneo, aunque escondan un trabajo "minucioso" por parte del guionista.

La serie también destaca por sus personajes, cargados de realismo. Como apunta el traductor de la obra, José Miguel Pallarés, en el prólogo al segundo número de la serie, los protagonistas son seres marginales que "se convierten en el espejo perfecto de las miserias de esta sociedad nuestra, corrupta y enferma".

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