La censura en el cine egipcio, a debate en Tarifa
El excensor Ali Abu Shadi pide libertad pero cree que los horizontes "son oscuros"
El crítico y excensor egipcio Ali Abu Shadi pidió ayer el fin de las leyes de censura que se aplican en su país desde hace 100 años y alertó de que, tras el triunfo de la "revolución pacífica", los fundamentalistas "cristianos e islamistas" quieren nuevas leyes contra la cultura.
En una mesa redonda sobre cine y censura en Egipto y Túnez incluida en el Festival de Cine Africano de Tarifa, Shadi reconoció su "miedo" por la irrupción de integristas debido a que "tienen mucha fuerza en la calle" y a que "no les gusta el arte": lo consideran "ilícito" y siempre hecho bajo "criterios éticos".
Así, subrayó que las últimas iniciativas censoras las protagonizaron "integristas islamistas y cristianos" porque en Egipto, además del cuerpo de funcionarios censores, cualquiera puede denunciar ante los tribunales una película, como asegura que ha ocurrido con asociaciones de médicos o de abogados.
"Los horizontes son oscuros", indicó el excensor, que no se arrepiente de su actividad, que desarrolló en dos periodos durante ocho años y hasta 2009, porque precisa que la ejerció como abogado y no como fiscal.
Exsecretario general del Consejo General de Cultura de Egipto, Shadi justificó sus temores por el futuro político de su país debido a que el Gobierno es "flojo", a que el Estado y las fuerzas de seguridad no tienen el peso que debieran y a que la sociedad civil "no está capacitada" para admitir "ciertas corrientes".
Ante estas debilidades, el excensor señaló que los integristas pueden "desvirtuar" el futuro Parlamento y aprobar leyes contra las películas, la música y otras formas de arte, por lo que pide que, junto al fin de las leyes de censura, se aprueben "garantías para proteger a las personas".
En la mesa redonda también intervinieron tres cineastas de Egipto y dos de Túnez, entre ellos Nadia El Fani, que recordó la amenaza de muerte que tiene en su país por decir que no cree en Dios, y lamentó que ni los intelectuales ni la prensa le apoyen. Tampoco se exhibe en ningún país árabe su última película, Ni Dios ni maestro.
Por ello, reconoce que ha organizado las copias piratas de su película para que se muestren en cualquier lugar, y agregó que es "muy difícil resistirse" a la autocensura, tras lo cual rechazó cualquier límite a la creación alegando temor a los integristas porque la libertad "es un principio básico de la democracia".
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