Unos aspirantes muy parejos

Baldomero Pardo Córdoba

25 de noviembre 2016 - 02:36

A raíz de la noticia puesta en los medios de ayer sobre los afortunados ganadores de los premios de esta 21ª edición del Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba, recaídos en los aspirantes José Anillo en cante, en baile Barullo y guitarra El Currito, hago una breve reflexión sobre tan importante decisión, al hilo de lo que uno entiende, lo visto y lo escuchado en la calle a cargo de aficionados y entendidos que no han perdido la ocasión de discrepar.

Y como servidor también puede entrar en materia, entra, y en un a vuela pluma observa que desde luego fácil no lo han tenido una vez más los miembros del jurado. Y es que, unas veces por una cosa y otras por lo contrario, aquello de que en gustos se pintan colores siempre saldrá a colación ante cualquier fallo de un tribunal. Es lo que hay. De manera que como siempre han sido los organizadores los que han tomado carta para elegir, como viene siendo habitual, han de ser los competentes jueces quienes se pronuncien. Y en esta edición también se han sucedido las discrepancias sobre la elección de los ya designados, entre unos aspirante muy parejos y bastante homologados.

Mas, si los privilegiados no son del agrado de los que protestan, no se privan de expresarlo. Claro, y como es de rigor, a algunos les preguntamos: ¿y a quién habrías premiado tú? Pues ahí la paradoja. Porque, si no te dan la espalda y se marchan, no crean ustedes que lo han tenido tan fácil. Otros sí, es verdad, sabían a quién, pero con arreglo a su subjetivo gusto, lejos del de otros que estaban escuchando. Con lo que de nuevo el debate quedaba abierto.

No. Ahora, afortunadamente, no se dan las limitantes condiciones de pretéritos concursos. Hoy los que aspiran a ser artistas, casi todos tienen posibilidades de ser instruidos, y si hay madera, a la postre brillarán como artistas. Y los demás, para ir tirando. Lo que hemos venido contemplando desde hace tiempo es que, además, los que destacan ya no se la juegan pasando con su arte delante de un tribunal, quedarán solo los más osados, exponiéndose a pasar de largo o quizás a darle un empujón a su carrera. Pero la suerte también juega.

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