ARCO 2025: de Madrid al cielo
Arte
La cita, que celebra una edición sensata y con muchos andaluces, sigue siendo la feria de referencia para saber a qué atenerse en el arte.
'Cuando nadie nos ve', el misterio de la gente corriente

Aunque ahora se empeñen, por mor de la publicidad y por meter a todos en el mismo saco, en utilizar aquello de la Semana del Arte de Madrid, estos días son para los que llevamos muchas ferias en lo alto la Semana de ARCO. Porque por muchos eventos que quieran agrupar, por muchas ferias satélites que hayan aparecido, lo que se celebra en los pabellones de Ifema es, sin duda, el centro neurálgico de un tiempo que si bien no tiene los atractivos artísticos de los primeros años, sí mantiene el máximo interés y es fecha obligada porque, para bien o para mal, la tensión del arte del momento hay que tomarla en una feria hasta la que se acude, aparte de para dejarse ver, para saber a qué atenerse en un arte contemporáneo con infinitos registros y matices.
ARCO, centro neurálgico sin discusión
Por tanto, como es el núcleo central de estos días, por ARCO vamos a empezar. Impresiona y extraña, nada más entrar en el Pabellón 7, no ver a Helga de Alvear en su stand. Ella parecía más bien la madre de cualquiera antes que una de las gigantas del galerismo español. Helga ha sido otra de las damas de ARCO. Sin ella y con la ausencia de Juana de Aizpuru y de otras grandes que se fueron o lo dejaron, esto no va a ser lo mismo. Y es que, en más de 40 años –esta es la cuadragésima cuarta edición– la España cultural ha cambiado radicalmente y nuestra feria, aquella a la que se iba en festiva peregrinación buscando lo que sabíamos que existía en otros lugares pero no lo conocíamos –sólo de oídas y como mucho en blanco y negro–, ese ARCO ya no está. Del entrañable ARCO de los que buscábamos experiencias nuevas, aquel a donde llegábamos para ver y sentir a Leo Castelli o a Bruno Bichosberger, se ha pasado a la fría realidad de feria feria, comercio puro para algunos y posibilidad de encuentros interesantes y a mejor precio que en otros eventos para engrosar colecciones de postín o para aspirar a tener ciertas cositas de verdad porque gusta el arte nuevo. Sí, es verdad que siguen dándose dinámicas que no han cambiado: artistas primerizos en la feria mostrándose, con razón, orgullosos en el stand de su galería; artistas de provincias arqueando –feliz término que le escuché al artista cordobés Jacinto Lara–, soñando con verse representados; artistillas sin remedio pretendiendo darse de verdaderos artistas mientras despotrican de un arte que a ellos les pilla –cuando les pilla– en las antípodas. Se ve, también, algún corrillo de jubilados culturetas atentos a las disparatadas elocuciones del enteradillo sin papeles. Y es que ARCO es un libro abierto escrito con los renglones interesados de unos y de otros ante la quietud mayestática de un arte que mantiene su signo a pesar de los criterios espurios de unos convidados de piedra que tienen poco poder de decisión. ARCO es ARCO y, además de tales menudencias, es una feria grande que impone la máxima potestad en un arte que, a pesar de todo, nos sigue pareciendo envuelto de suma espiritualidad a la que se le debe verdadera pleitesía.
La presente edición no difiere demasiado de las últimas; se observa la sensatez que antes no tenía y con la manifiesta preponderancia de la buena pintura sobre otras manifestaciones; si bien se observa mucha más escultura que en otras ediciones. Aunque, todavía algunos quieran mantenerlos, atrás quedaron muchos de aquellos absurdos brindis al sol en forma de ocurrencias sin gracia, para llenar cabeceras de telediarios –sin importarles el arte de verdad– y para dar que hablar a los que, todavía, no se han enterado de esto.
Como hay mucho, nos detenemos por lo andaluz. Mereció pararse en el stand de la Diputación de Huelva; bastantes años ya, mostrando la importante realidad artística de una provincia en auge artístico. En el mismo nos encontramos el proyecto de Dionisio González, Observaciones sobre lo observado. Las marismas del Odiel. El artista gijonés afincado en Sevilla ofrece una realidad mediata donde una especial arquitectura permite la observación directa de la naturaleza sin afectar a un entorno que se ha de preservar. La obra de este artista va más allá de la fotografía o de la arquitectura.
Rafael Ortiz, como siempre, presentaba un stand solvente, demostrando su capacidad y sentido como galeristas curtidos en muchos años de feria y abarcando muchos parámetros de ese gran arte que se extiende por muchas de las mejores parcelas. Obras sin resquicios del Equipo 57, Manolo Barbadillo y Luis Gordillo hasta esa apasionante abstracción racional de Fernando Clemente, pasando por muy buenas propuestas de Carmen Calvo, Monika Buch, Nico Munuera, Jorge Thuillier e Inmaculada Salinas; artista que fue galardonada con el Premio de las Bodegas ENATE. La otra galería sevillana –muy poca presencia en el Catálogo Oficial con el gran potencial que presenta actualmente el arte en Andalucía– es Alarcón Criado; también con esa rigurosidad y trascendencia que caracteriza a esta galería, ya con muchas actuaciones en ARCO, siempre planteando lo mejor del arte. Doble comparecencia de la galería; en el programa general obras indiscutibles de Belén Rodríguez, Jorge Yeregui, Bernardo Ruiz, François Bucher, Ira Lombardía, Irene Infantes, Jose Guerrero, los Mp Rosado, Mercedes Pimento, Pedro G. Romero, Nicolás Grospierre y la joven jerezana, ya valor seguro en todos los sitios, Cristina Mejías que ofrecía una espectacular escultura con un entrañable sentido a la par que una clara disposición formal y plástica; así como la fortaleza creativa de Alegría y Piñero en Solo Project. Galería que siempre da lo mejor porque es uno de los más firmes pilares en el arte español.
Junto a las dos galerías muchos artistas andaluces por separado Nacho Criado (Álvaro Alcázar), Rosa Brun y Pérez Villalta ( Fernández- Braso), un magnífico José Guerrero (Guillermo de Osma), Pablo Capitán, Álvaro Albaladejo y Manuel M. Moreno (Art Nueve), Antonio Montalvo (Espacio Mínimo), Miguel Ángel Tornero (Juan Silió) o una magnífica pintura de la joven granadina Julia Santa Olalla ( T20), por citar sólo algunos.
El resto de la feria, como siempre, muchas cosas buenas que compendian lo mejor de un arte abierto que presenta muchísimos registros.
URVANITY. Los fastos ingentes del arte nuevo
Sin duda es la feria con más enjundia de las que parecen satélites de ARCO. Creada para acoger el arte de los más jóvenes y para poner en valor eso que llaman arte urbano; hoy es una feria consolidada; en Matadero mucho mejor que en el caótico y laberíntico Colegio de Aparejadores de la calle Hortaleza. La presencia de galerías jóvenes que apuestan por los buenos argumentos de los artistas más nuevos otorga peso a una feria que, ésta sí, es digna de permanecer en la galaxia de ARCO.
Las galerías que hoy acaparan el sector más nuevo de lo artístico dejan constancia de por qué son ellas el presente bueno y el futuro más esperanzador. Echamos en falta –pero mucho mucho– la presencia de las dos galerías sevillanas que están dando importancia al arte de la ciudad hispalense –Di Gallery y Berlín, ahora Barrera Baldán por las tonterías de algunos–. Destacan Yusto Giner, con obras de algunos de esos andaluces que están en su joven mejor momento, la aplastante ironía de Fran Baena y un animalario exultante de Miguel Scherof, apostando con fuerza por los cuerpos musculados de la polaca Magda Kirk. Debuta en la feria la nueva galería sevillana Espacio Derivado con obras de Paula Santomé, Matteo Pacella, Beta Balán y Rafa Chinchilla, este con un guiño muy bien dispuesto a la Semana Santa sevillana. La también sevillana Delimbo, apostaba por ese arte más joven que caracteriza sus trabajos. Obras de sus habituales Laura López, Louis Lambert, Mike Swaney, Mr. Kern y Nacho Eterno. Muy importante el stand de la galería de Palma de Mallorca Pep Llabrés, con el madrileño David Magán y el gaditano Alejandro Botubol que aportaba una sabia abstracción de riguroso compromiso plástico. Muy en su línea espectacular, el jiennense Juan Francisco Casas, en la galería Llamazares. Para terminar, qué mejor que con la siempre especial, llena de coherencia y espectacularidad, Ana Barriga. Esta vez con unas esculturas en el espacio de 6Forest, que establecen esa brillante conciencia artística de la que siempre hace gala.
Urvanity es una feria joven, divertida, sin los guiños al pasado ilustre que encontramos en ARCO. Una feria que establece el importante momento que atraviesa el arte nuevo español.
ARTMADRID, Ni recuerdo de lo que fue
Parecía que, cuando se creó, hace ahora 20 años, estaba llamada a convertirse en la sombra de ARCO. Al principio presentaba muy buen aspecto; no en vano acogió gran parte de muchos de los muy buenos galeristas que se quedaron fuera de la gran feria por culpa de los arbitrarios sistemas de selección donde los propios galeristas eran los que partían el bacalao, quitando de en medio a los que ellos pudieran considerar posibles competidores. Aquellos primeros momentos de esplendor –se decía que lo raro estaba en ARCO y lo bueno en ARTMADRID–, duraron muy poco, en parte por la propia indolencia acomodaticia, en parte porque comenzaron a apreciar demasiados eventos parecidos. Todo fue agotándose hasta llegar a unas ferias de medianías donde cada año repiten los mismos con parecidos asuntos; sin pasar, salvo excepciones de correctas propuestas fáciles de encontrar en cualquier sitio.
También está a una menor altura, entre las ferias que hace unos años levantaron expectación y que, ahora, han bajado manifiestamente su interés. En JUSTMAD más de lo mismo. Adolece de mucho; demasiado, cuando menos sería infinitamente más. El pequeño para un asunto ferial recinto del Palacio de Neptuno acoge galerías de poco fuste o esplendor periclitado que juegan a ser feriantes ofreciendo mucho de lo mismo que interesa poco. Le pasa un poco como a ARTMADRID pero con muchos más stands repartidos en un espacio infinitamente más pequeño que el patio acristalado del Palacio de Cibeles. HYBRID es la feria heredera de aquellos Hoteles y arte que tuvieron su momento pero que, ahora, es modelo desfasado y de escaso interés para el espectador, para el coleccionista y para cualquiera mínimamente interesado. Lo demás, FLECHA, que fue el primer contrapunto a ARCO nunca ha tenido demasiada importancia. Sólo SAM –Salón de arte moderno, en la Fundación Carlos de Amberes–, se introduce uno en el más puro clasicismo de los grandes artistas del siglo XXI. Es una pequeña feria de grandísimos nombres del arte: Chillida, Barceló, Manolo Valdéz, Equipo Crónica, Eugeni Granell, Picasso, Dalí, Miró, Torres García, Gustavo Torner, Antonio López, Plensa o Canogar, entre otros importantes.
Madrid durante unos días se convierte en el centro neurálgico del arte. Hay de todo y para todos los gustos. Este humilde crítico de arte se queda con ARCO y URVANITY y, como no podía ser menos, con la exposición de Sigmar Polke en el Prado. Pero ésta última será otro día.
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