Adame Joyeros: una herencia de sentimientos
Comercios con historia
El comercio familiar lleva en las calles de Córdoba desde los 60 y se especializa en media-alta joyería
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La tradición joyera en la familia Adame viene de lejos. Rafael Adame, el padre y abuelo de los actuales gerentes, fundó la joyería en el año 1962. Aunque la actividad de la empresa era inicialmente de fabricación, desde Córdoba distribuían joyería por diferentes puntos nacionales. La primera joyería para la venta al público se abrió en las inmediaciones de la Calle Cruz Pastores, por el 1989. Casi unos diez años después, en 1998, se abrió otro establecimiento, que es el corazón de este comercio, en Ronda de los Tejares. Aunque no eran los únicos puntos donde los Adame ejercían el arte de la joyería, ya que en Puente Genil también existía otra sede.
Actualmente, es en Ronda de los Tejares donde esta familia sigue amasando historia y herencia, puesto que esta alta joyería se siente como un legado histórico familiar. Rafael, el hijo del fundador, como cualquier joven de su edad decidió estudiar una carrera, pero ese vínculo familiar le animó a coger el relevo de este comercio. Tanto él como su hija Victoria finalizaron sus estudios de Derecho, pero "les tiró lo suyo" y decidieron embarcarse en esta herencia familiar.
La familia Adame ha mudado sus dientes, como ellos cuentan, entre talleres y joyas de alta calidad. "Yo desde muy pequeña recuerdo haberme criado entre piedrecitas, taller, mesas y bancos de joyeros. Lo he visto desde que era muy pequeñita", explica Victoria Adame. "Tuve mi época de bisutería, porque a mí me gusta mucho la comunicación y comunicar con las joyas y cuando eres muy pequeña puedes acceder a ciertas cosas, pero conforme vas cumpliendo años vas valorando lo que realmente es la joyería, una inversión que no es solo es diseño sino que es algo para toda la vida".
¿Y cómo es la relación padre-hija en el trabajo? La admiración es uno de sus puntos clave, explica: "Mi padre es una persona que lleva casi 40 años trabajando y nunca se ha dado la baja, es un autónomo que está siempre ahí al pie del cañón, cuando ha ido bien y cuando ha ido menos bien, pero siempre ha estado ahí peleando, con una constancia increíble".
Respecto a su especialización en el trabajo joyero, los Adame lo tienen claro: "Nosotros nunca hemos querido entrar en otros metales nobles, como la plata. Siempre hemos fabricado oro. Nuestra especialización sería media y alta joyería. Trabajamos el de 18 quilates, desde toda la vida". "Tampoco monto circonitas porque pretendo que lo que tengamos sea un poco más especial. La piedra blanca que hay es diamante siempre".
Cuando se le pregunta a ambos si en la ciudad de Córdoba se valora el arte de la joyería, los joyeros explican que "durante una época sí que es verdad que fue más complejo, porque salió una bisutería muy parecida a la alta joyería y al principio se pensaba que podía hacer daño a la joyería, pero luego los clientes saben perfectamente cuándo están adquiriendo un producto de calidad y luego otro de menos calidad. Una cosa es una moda efímera y otra una joya de inversión para toda la vida, que eso es un valor de verdad".
Respecto al público que se acerca por Ronda de los Tejares en busca de esa pieza para toda la vida "hay dos vertientes muy curiosas. Yo como persona de edad tengo unos clientes fidelizados hace muchísimos años, fidelización absoluta, y normalmente suelen venir, y vienen los hijos también, porque son las pedidas, bodas de plata, bastantes de oro", "qué es más bonito que una boda de oro", señala Victoria Adame. "Cuando viene un matrimonio a comprar algo de 50 años de casados, que eso es una especie en extinción, los atiende mi padre, yo atiendo más a la gente de mi edad, que sobre todo buscan anillos de pedida, de boda". Otro de los servicios que ofrece esta familia es la reconversión de joyas antiguas, dándole una segunda vida a esa herencia de familia que no quieres perder nunca.
Aunque en esta joyería de más de 60 años también hay cabida para diseños más contemporáneos, pero "combinando con los clásicos. Últimamente, la gente está animándose a casarse otra vez".
Como broche final, uno de los hechos más característicos que tiene esta joyería es que trabaja mucho la personalización de la joya, que es su "factor diferenciador". En Adame las citas con los clientes son muy personales, donde los joyeros se sientan a escuchar con los brazos abiertos las peticiones, deseos, orientan, presupuestan la pieza, y de esta reunión sale "una pieza especialmente hecha para el cliente en concreto. La personificación, la calidad y la historia es lo que nos hace diferentes".
Aunque para esta familia, la competencia con los negocios del mismo gremio no existe: "Siempre van a ser compañeros. Como mi padre dice siempre, que es una frase muy bonita, el sol sale para todos. Esto no es cuestión de competencia, va cuestión de hazlo lo mejor que puedas, que las personas van a venir a por ti".
Como todos los negocios, Adame Joyeros también ha tenido su etapa de crisis. "En la joyería ha habido dos importantes, en 63 años tiene momentos de arriba y de abajo, pero siempre ha habido una resiliencia muy buena a la hora de recuperarse", explica Victoria Adame.
Para ella es muy importante aprender de su padre, del negocio, de esta forma coge el testigo de esta saga, siempre aportando su esencia como lo hace en las redes y en la fotografía, además de su forma de ver las cosas: "Este negocio no va a morir nunca, lo que pasa que como todo, las cosas van reconvirtiéndose, se van adaptando a los tiempos, todo va transformándose y cogiendo una línea que sea más apta para la persona en cuestión. El cambio es ley de vida".
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