El cómic se acerca a las víctimas de ETA en 'Las oscuras manos del olvido'

Felipe Hernández Cava y Bartolomé Seguí repiten colaboración en una obra que reflexiona sobre el fanatismo y la violencia

El historietista Felipe Hernández Cava.
El historietista Felipe Hernández Cava.
Efe Barcelona

13 de abril 2014 - 05:00

¿Qué pasa con las víctimas de ETA o de otros terrorismos y totalitarismos? A veces se convierten en simples notas a pie de pagina para aquellos que escriben la Historia con mayúscula, un ostracismo que Felipe Hernández Cava y Bartolomé Seguí recogen en su novela gráfica Las oscuras manos del olvido (Norma Editorial).

Los autores, que aúnan esfuerzos por tercera vez tras Las serpientes negras (Premio Nacional de Cómic 2009) y Hágase el caos, han vuelto a poner su punto de mira en esas personas "aparcadas en las cunetas del relato oficial, amortizadas a veces en aras de las negociaciones para lograr una ansiada pax romana", explican.

Esta pareja da una vuelta de tuerca y adapta a viñetas los códigos del polar (término con el que se conoce el cine negro francés que hizo popular Jean-Pierre Melville y al que Alain Delon puso su hierático rostro) para narrar una venganza post mortem, señala el dibujante Bartolomé Seguí (Palma de Mallorca, 1962).

Un pistolero de la mafia marsellesa sale de la cárcel tras pasar 30 años entre rejas por un crimen que no cometió, con un objetivo, matar a un miembro de ETA que acabó con la vida de un empresario vasco que se negó a pagar el "impuesto revolucionario". La víctima, precavida y sabedora de lo que le podía pasar, había ofrecido a este samurái una recompensa con un nombre al que debía buscar y liquidar si él o alguien de su familia moría en un atentado.

Toinou es un gángster ilustrado que cita a Valle-Inclán o a Camus de carrerilla, un hombre de honor que se hace pasar por periodista para conocer los hechos, hablando incluso con la viuda exiliada en Mallorca y que desconoce el encargo de su difunto marido, antes de decidir si lleva a cabo la ejecución.

Contada así, la sinopsis de esta novela gráfica sería la de un thriller de tintes políticos. Pero no se queda ahí. El pasado de Toinou, cuyos padres murieron asesinados en los 60 durante la independencia de Argelia, sirve de contrapeso argumental para la reflexiones de este pistolero vengador acerca de los fanatismos, la violencia y el silencio impuesto a las víctimas por un pragmático cinismo.

Seguí y Hernández Cava (Madrid, 1953), que se conocieron a mediados de los 80 cuando este último dirigía la revista Madriz, firman una obra desoladora que antes que en España ha aparecido en Francia de la mano de la editorial Dargaud.

"Nuestro interés era hablar de las víctimas de ETA pero dándole una dimensión global", explica el guionista. Y esa universalidad la logra utilizando el camino que el pied-noir (francés que salió de Argelia tras la independencia del país) Camus ya recorrió en La peste.

"Esa peste que enferma las sociedades y que se puede llamar corrupción, xenofobia, terrorismo, nacionalismo exacerbado, aquello que hace que una sociedad se pudra moralmente, ese sustrato que hace que cualquiera que no sepa qué es ETA lo pueda entender también", subraya Hernández Cava.

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