Tarde más que anodina

Frascuelo, Morenito de Aranda y Joselillo no consiguen dar ni una vuelta al ruedo · Mala corrida de Peñajara

Joselillo, en un pase de pecho, a uno de sus oponentes.
Joselillo, en un pase de pecho, a uno de sus oponentes.
Juan Miguel Núñez (Efe) / Madrid

06 de octubre 2008 - 05:00

Toros y toreros se reparten las culpas del fracasado festejo en Madrid, sin un pasaje digno de mención. Una tarde de lo más anodina. Ni un toro en condiciones para hacer el toreo. Ni un torero capaz de aprovechar la mínima oportunidad que alguno pudo brindar. La tarde, de lo más anodina. Culpables al cincuenta por ciento, toros y toreros.

El historial del veterano Frascuelo es un ejemplo de entrega y sacrificio, superadas muchas vicisitudes a lo largo de treinta y cuatro años de alternativa. Icono de la torería, por su asolerado estilo y formas clásicas, el público de Madrid se lo reconoce en cada oportunidad que se presenta, como hoy, al finalizar el paseíllo, obligándole a saludar una ovación. Pero cuando sale el toro la realidad empieza a ser dura.

Los años no perdonan, y Frascuelo ya no está en condiciones de afrontar las dificultades que plantean los toros. Es una cuestión de fuerza física y de reflejos. A los sesenta años es muy difícil, por no decir imposible. Hoy se ha visto con claridad.

El primer toro de Frascuelo, mironcete y reservón, se arrancaba con genio antes de acabar "rajándose". El hombre hizo el esfuerzo en un trasteo de medios pases en los terrenos del toro. Y el cuarto, que no era nada, sin embargo, lo trajo de cabeza después de intentar meterse con él por abajo. Esta vez le pitaron fuerte y hasta despiadadamente.

Pero lo de Frascuelo al fin y al cabo se puede entender si se contempla precisamente desde el prisma de la veteranía. Lo que no es de recibo es lo de los jóvenes.

Está claro que los toros no aportaron nada. ¿Pero hicieron ellos algo por superar tales carencias?.

Morenito de Aranda, que cumplía su cuarta actuación en esta plaza en la actual temporada, sigue apuntando sin disparar. Brindó su primero después de dejar que acabaran en el caballo con las pocas fuerzas que tenía. No se entiende qué pensaba que podía aportar el toro, perdiendo constantemente las manos. El quinto, sí, se movió. Toro sin clase, pero moviéndose. Sin embargo, apenas supo aprovecharlo el torero, que no dio una serie de más de tres muletazos. Quiso estar en los detalles, pero tampoco. Para un buen postre, primero una buena comida. Le aplaudieron a Morenito tras el arrastre, mas cuando hizo amago de salir al ruedo a saludar, los pitos le frenaron en la misma boca del burladero. Y Joselillo, otro que tal baila. Muy protestado su primero por chico y flojo, un toro que aunque malamente se movía. El hombre estuvo por los dos pitones pero sin lograr nada de interés. Ya el sexto bis -un precioso jabonero al que le faltaba un mes para cumplir los seis años, lo que quiere decir que a partir de noviembre no se hubiera podido lidiar según el reglamento- tuvo aparente buena condición. Noble pero sin chispa. Un torazo de 595 quilos, que iba y venía a media altura. El trasteo "no rompió" por la falta de entusiasmo y compromiso del torero.

Así que entre unos (toros) y otros (toreros) se aguó la fiesta.

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