Salabert indaga en una novela en las facetas más oscuras del ser humano

'La regla del oro' es, afirma, un libro alimentado por la "indignación" y la sensación de "estafa"

Juana Salabert, ayer.
Juana Salabert, ayer.

La escritora Juana Salabert ha cambiado de pie y se ha pasado a la novela negra para indagar en la avaricia, uno de los defectos "más repugnantes del ser humano", y en la crisis con La regla de oro, una trepidante historia en la que pone lupa al complejo comportamiento humano.

La regla del oro (Alianza) se suma así a las novelas negras que sirven para desmontar y denunciar las aguas más turbias del sistema y analizar las muchas y diferentes aristas que definen a las personas. Todo ello enmarcado en la España de 2012.

Una novela escrita y alimentada por la "indignación" y el "sentimiento de estafa" que dice sentir Salabert (París, 1962) desde que estalló la crisis.

"La historia me vino, como todas, como un fogonazo -explica-, y fue cuando un señor me dio una propaganda de vendo oro. Para mí el oro es el ejemplo de la metáfora que siempre ha cautivado los sueños de los seres humanos, y llevaba tiempo queriendo hablar de la avaricia, que, por otra parte, creo que es lo que hace más desgraciado a un ser humano".

A esto le añadió "el temor y las dudas acerca de todo lo que me produjo la crisis, la indignación y ver que lo conquistado se caía en pedazos. Creíamos en Occidente que ya no íbamos a tener más guerras y que todo iba a discurrir en un estado de medio bienestar, pero resultó que no, que la gente se quedó sin trabajo, que perdía sus casas y esa realidad devastadora y de derrumbe de la clase me hizo perder la confianza que yo tenía en la Europa que salió del 45".

La regla del oro comienza con la aparición de un joyero degollado y muerto tirado entre dos contenedores de basura y con un mensaje cosido al pecho. Un joyero madrileño que se dedicaba a la compraventa de oro a las familias asfixiadas por la crisis y que es el tercer muerto en un corto espacio de tiempo.

Un caso que deben resolver los inspectores de policía Alarde y Castro, creados por la autora de Velódromo de invierno y que no responden a los perfiles estereotipados de la novela negra.

Pero La regla del oro también es una obra coral, con personajes muy ricos que tratan de la familia o las relaciones laborales, en medio de un Madrid desigual, marcado por las diferencias sociales entre barrios y entre vidas diferentes. Y es que para Salabert, además de la música de las palabras, lo más importante en la novela es la creación de personajes.

Para llevar a cabo esta creación, el género negro le ha venido como anillo al dedo. "Siempre he sido lectora de novela negra y tenía muchas ganas de escribir una policiaca; además, se la debía a Ana María Matute -gran amiga suya y lectora empedernida del género- porque siempre me lo decía", aclara.

Así, Salabert se suma a la nómina de escritores que se desdoblan en dos géneros, como John Banville, que se convierte en Benjamin Black cuando firma novela negra, Andrea Camilleri o Cristina Fernández Cubas, entre otros muchos, si bien Salabert no ha querido cambiar de nombre a la hora de escribir noir. "Me planteé escribir con pseudónimo, porque en realidad es un juego; pero luego me pareció una tontería y un poco absurdo, porque no tengo que pedir perdón por escribir novela policiaca", aclara.

Por La regla del oro, Salabert deja pasar mucho pensamiento, muchas de sus reflexiones hechas a raíz de sus estudios sobre economía o los diferentes sistemas financieros, realizados a raíz de no entender las palabras con las que se expresaban los políticos y sobre una Europa que no la gusta, a pesar de ser un continente al que dice adorar.

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