Reindert Falkenburg propone mirar a El Bosco y a Brueghel con ojos espirituales

El experto dirigirá la cátedra del Museo del Prado dedicada a dos artistas irrepetibles

Reindert Falkenburg.
Reindert Falkenburg.
Efe Madrid

02 de junio 2016 - 05:00

Experto en interpretar obras de arte y defensor de la tesis de que El jardín de las delicias, de El Bosco, fue concebido como un elemento de conversación en la corte de Enrique III, Reindert Falkenburg dirigirá la próxima cátedra del Museo del Prado dedicada al arte de aquel y de Pieter Brueghel. Patrocinada por la Fundación Amigos del Museo del Prado, la cátedra se centrará en los conceptos estéticos e interpretativos que subyacen en las obras de estos dos artistas que se conservan en el museo español.

Incluida en el programa de actividades organizado en torno a la muestra El Bosco. La exposición del centenario, estudiará cómo los conceptos de curiosidad y conversación convergen en las pinturas de los dos artistas y de cómo fueron creadas bajo la visión moderna del arte del Renacimiento.

Para esta aproximación integral, según Miguel Falomir, director adjunto del Prado, "no había duda de que la persona más indicada era Falkenburg, por su magisterio y por su constante curiosidad y capacidad para plantear lecturas distintas y mirar las obras de forma novedosa continuamente". Falomir recordó que la génesis del documental El Bosco. El jardín de los sueños, dirigido por José Luis López Linares, parte de la idea de Falkenburg de que esta obra fue pintada como "pieza de conversación".

La intención de este, vicedirector de Difusión Cultural e Intelectual de la Universidad de Nueva York en Abu Dhabi, es compartir "la historia que queda subyacente" en las obras, explicó el experto durante la presentación de la cátedra. Aunque con más de medio siglo de diferencia, El Bosco y Brueghel fueron los primeros pintores, según Falkenburg, "que empezaron a representar el mundo que nos rodea", y el mundo que estos reflejan "no es solo una representación del que los rodea, sino que hay otros mundos como el divino, el metafísico, el espiritual y el mundo interior del hombre y la mujer". En su opinión, El Bosco habla a través del mundo externo e interno "y lo hace de forma confusa. Nos lleva de la mano a otro entorno de nuestro mundo, como es el mundo onírico. En El jardín de las delicias tenemos que adentrarnos en ese mundo onírico, no podemos huir, estamos atrapados por sus imágenes", y esa es la magia de El Bosco.

Desde el punto de vista religioso, El Bosco es un artista "muy tradicional, uno de los más tradicionales del siglo XVI, pero plasma ese mundo de una forma revolucionaria en el arte".

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