Ramón Salazar retrata en su nueva película a un adulto sin infancia
El realizador malagueño Ramón Salazar irrumpió ayer con fuerza en la competición oficial del Festival de Cine Europeo de Sevilla con 10.000 noches en ninguna parte, un juego de improvisación al que se suman los actores a corazón abierto y con el que indaga en la zona más oscura de un adulto sin infancia.
"Había dos cosas muy claras en nuestro punto de partida: que los lugares por los que no hemos pasado aún nos están esperando y que todas las decisiones que vas tomando en tu vida al final se van complementando para confluir", explicó el director en una conferencia de prensa en la que compareció con todo el elenco de la película.
Y esta no era una cuestión menor, la de estar todos juntos, porque, según detalló, la película se rodó a lo largo de tres años en las diferentes ciudades por las que transcurre la historia del personaje, un chico del que no conocemos el nombre y que se mueve, la mayor parte del tiempo corriendo, por Berlín, París y Madrid.
"Empezamos por el final, en el verano de 2010 en Berlín; era la parte más ligera, cuando los personajes son más libres", apuntó Salazar, que aplicó en su rodaje las mismas técnicas de sus cursos de interpretación para actores, a los que solo ofrecía una biografía como guión y escondía las de los otros para provocar las historias.
Y a pesar de la apuesta por la improvisación, el director, apunta una de las actrices principales y autora de la banda sonora, Najwa Nimri, "ata supercorto".
"Cuando alguien se iba del tema nos lanzaba la frase gancho para continuar; él generaba las situaciones y nosotros vivíamos a los personajes", explicó la polifacética actriz y cantante.
Nimri y Lola Dueñas son dos de los pilares femeninos de la historia. Esta última es una "amiga invisible" del protagonista en su infancia.
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