Promesas del Este

La empresa francesa MK2 se hace con Cinesur para instaurar su ejemplar modelo de exhibición independiente en las 120 salas que tiene en España, la mayoría de ellas en Andalucía

El público hace cola en uno de los multicines de Cinesur.
Manuel J. Lombardo

17 de junio 2014 - 05:00

El cinéfilo que viaja a París tiene siempre en su plan una visita obligada a alguna de las salas que la cadena MK2 tiene en varios puntos de la capital, pequeños templos laicos que han garantizado siempre, desde 1968, tiempo de revueltas y utopías, el mejor cine de autor y arte y ensayo internacional de la temporada entre su programación. Ya sea en Beaubourg, Odéon, Nation, Bastille, Hautefeuille o en las más modernas instalaciones de Quai de Loire o Bibliotéque, donde se encuentran sus estupendas tiendas especializadas, los MK2 han sido siempre el escaparate de esos títulos venidos de Cannes, Venecia, Montreal o Berlín que marcan la agenda de las revistas y la crítica y, en consecuencia, la de los espectadores más exigentes.

Es, por tanto, una gran noticia que sea esta empresa francesa, que debe sus siglas a las iniciales del nombre y primer apellido de su fundador, el también cineasta y productor de origen rumano Marin Karmitz, la que se haya hecho finalmente, tal y como se ha confirmado recientemente, con las 120 pantallas que regentaba en Andalucía y otras ciudades españolas la empresa Cinesur (en Córdoba, El Tablero), después de que, con la llegada de la crisis y las dificultades financieras de la empresa matriz, la cordobesa Sánchez-Ramade, se lleve especulando durante varios años con un cambio de manos de la cadena de cines.

La noticia es doblemente buena por el mantenimiento de algunos de los que, hoy por hoy, son los mejores y más cómodos cines de la comunidad y, sobre todo, por la expectación que genera entre la cinefilia el hecho de que, tal y como prometen sus responsables, las salas, hasta ahora volcadas a los estrenos más comerciales y al cine doblado, se abran al fin a la versión original subtitulada y a esas propuestas autoriales que no suelen encontrar hueco en la cartelera en pleno periodo de transición y crisis en los sectores de la distribución y la exhibición.

Cualquier aficionado sabe además que MK2 no es sólo una marca y una cadena dedicada a la explotación de salas. Desde los años 80, la casa francesa impulsada por Karmitz e hijos ha estado y está también detrás de la producción y las ventas internacionales de autores de peso del cine contemporáneo como el polaco Krysztof Kieslowski, de quien produjo su popular trilogía Azul, Blanco y Rojo, el iraní Abbas Kiarostami, a quien han respaldado desde sus filmes iraníes hasta la más reciente Copia certificada, y otros nombres de enorme peso entre la cinefilia moderna como Godard, Chabrol, Resnais, Malle, Angelopoulos, Haneke, Van Sant, Lynch, Kechiche, Zhangke, Sangsoo, Kawase o el wunderkind canadiense Xavier Dolan, a quien precisamente dedica un ciclo en sus cines parisinos estas mismas semanas.

La labor de MK2 y Karmitz es reconocida estos días en el MoMA neoyorquino con una retrospectiva donde, además de proyectar algunos de los títulos producidos por la casa, se rinde homenaje a algunas de las ideas pioneras de Karmitz a la hora de llevar el mejor cine a barrios alejados del centro o en la programación de clásicos, ciclos infantiles, talleres y foros que amplían y enriquecen la experiencia de ir al cine.

Pero que nadie se engañe. Ni MK2 es ya lo que era en sus orígenes como empresa de exhibición, ni éstas son ciudades capaces de asimilar una programación exclusivamente alternativa o independiente. MK2 seguirá necesitando de los títulos más comerciales de Hollywood para mantener sus beneficios, y nuestras ciudades y el mercado español no están lo suficientemente educados y preparados para todavía asumir programaciones de alto riesgo.

Esperemos al menos que la compañía vaya abriendo poco a poco la lata del cine entendido como parte de la cultura y no como mero entretenimiento, dejando espacio a una programación que incluya reposiciones de clásicos (algunos de los cuales, de Chaplin a Truffaut, de Keaton a Lubitsch, también fueron restaurados y editados en DVD por MK2), que cambie la tendencia de dedicar salas a proyecciones deportivas o de ópera a retrospectivas o ciclos temáticos de su amplio y estupendo catálogo, y por qué no, intentando recuperar sus salas como sede del Sevilla Festival de Cine Europeo, no sólo por la calidad de su infraestructura y equipamiento, sino por esta nueva afinidad electiva con el cine europeo y de autor, aprovechando la experiencia de su valioso personal, que esperamos no vea afectada su situación laboral como consecuencia de este traspaso.

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