Cultura

Pepe Viyuela trae al Gran Teatro de Córdoba 'Tartufo', una sátira de Molière

  • La sátira de Molière sobre la hipocresía dirigida por Ernesto Caballero se representa este viernes 

Pepe Viyuela, en una escena de 'Tartufo'.

Pepe Viyuela, en una escena de 'Tartufo'. / IMAE Gran Teatro.

El dramaturgo francés Jean Baptiste Poquelin (1622-1673), conocido por su seudónimo, Molière, es uno de los grandes escritores de la lengua francesa y de la literatura mundial. Escribió una treintena de obras en las que exponía a través de la comedia los vicios de la sociedad de su época, males que en su gran mayoría continúan teniendo plena vigencia en la actualidad. Ahí están, entre otras, El avaro, La escuela de las mujeres, El enfermo imaginario y...Tartufo, una genial sátira sobre la hipocresía y la impostura que podrá verse este viernes 27 de mayo en el Gran Teatro de Córdoba (20:00).

El director Ernesto Caballero es también autor de la versión de este clásico, protagonizado por Pepe Viyuela al frente de un reparto integrado por Paco Déniz, Silvia Espigado, Germán Torres, María Rivera, Estíbaliz Racionero, Javier Mira y Jorge Machín.

La obra presenta al buen burgués Orgón, que ha caído bajo la influencia de Tartufo, un falso devoto que busca quedarse con todos sus bienes. El impostor exagera la devoción y llega a convertirse en el director espiritual de Orgón y, además, pretende casarse con la hija de su benefactor, al tiempo que trata de seducir a la segunda esposa de este. Una vez desenmascarado, todavía intentará aprovecharse de unas donaciones firmadas que Orgón le ha transmitido para así intentar echar al dueño de su propia casa. Tartufo llegará incluso a recurrir ante el rey en su afán de cumplir sus ambiciones.

Molière escribió Tartufo en 1695, pero tendrá que esperar 5 años para estrenar la sátira. Su representación fue prohibida al ser acusada de lo que en nuestros días llamaríamos “delito de odio”, pues levantó entre los beatos un escándalo de gran magnitud. Tartuffe fue la comedia más perseguida y censurada del genial dramaturgo, que se vio obligado reescribirla dos veces para sortear los reparos producidos por el texto. Finalmente, el rey Luis XIV levanta la prohibición y es estrenada con éxito en París.

Ernesto Caballero señala que la intención de la obra según el propio autor es “la crítica de los falsos devotos, de los hipócritas, que se presentan bajo la apariencia de personas con fuertes valores cristianos y que esconden otros intereses”.

El tema principal es el de la hipocresía, pero también, considera el director, hay en el texto otras cuestiones relevantes, como “la irracional resistencia para reconocer lo evidente, la acomplejada sumisión a demagogos manipuladores, la colosal distancia entre los enunciados morales y el comportamiento de sus predicadores, la justificación de la mentira como recurso natural del superviviente…”.

Por otro lado, Caballero destaca que la impostura, la gran mentira que representa Tartufo, “es la misma que hoy nos procuran tantos expertos estrategas, comunicadores y publicistas de toda índole que invaden nuestra privacidad recurriendo sistemáticamente al engaño y a la adulación con nuestra perezosa aquiescencia”.

Por su parte, Pepe Viyuela considera que Tartufo no pasa de moda y que, al contrario, hace disfrutar y reír al público de hoy como un clásico, una obra universal e intemporal en la que el instinto y el genio de Molière para la comedia se exhiben de forma plena.

El conocido actor, famoso por sus papeles cómicos en series televisivas aunque con una carrera que se desarrolla fundamentalmente en el teatro, resalta además la atemporalidad del texto de Molière: “La mentira, en mi opinión- es un elemento fundamental que nos conforma como seres humanos en cualquier época, no podemos vivir sin ella, la necesitamos”.

A juicio de Viyuela, “basamos nuestra existencia en la ficción y todo lo hemos convertido en un relato: la política, la religión, la publicidad, nuestras propias relaciones, el amor... Lo que ha ocurrido en los últimos años es que la irrupción de internet ha potenciado nuestras posibilidades de mentirnos y de hacer que esas mentiras influyan aún más en nuestras vidas, pero de un modo negativo. Un cuadro o una novela suelen ser unas hermosas mentiras, mientras que las campañas del Brexit, el trumpismo y sus consecuencias son ejemplos de una posverdad que hace más irrespirable nuestra convivencia”.

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