El Olivo Azul se abre a la mejor prosa francesa con 'Errantes'

Guillaume Apollinaire y Rètif de la Bretonne protagonizan el arranque de la nueva colección con las obras 'El paseante de las dos orillas' y 'Las noches revolucionarias'

El Día / Córdoba

21 de mayo 2009 - 05:00

El Olivo Azul amplía sus horizontes, fijados hasta ahora exclusivamente en la narrativa, y lanza una nueva colección: Errantes, centrada en la idea del viaje en todas sus facetas: viajes reales, viajes interiores y viajes de ideas. Constará de libros de ensayo, aforismos, viajes, diarios, memorias y autobiografías, muchos de ellos de grandes narradores y poetas. Cada uno, según la editorial, será, a su manera, una guía de perplejos. Y para comenzar, dos maestros de la prosa francesa: Guillaume Apollinaire, del que la editorial recupera El paseante de las dos orillas, y Rètif de la Bretonne, con Las noches revolucionarias.

Apollinaire propone en El paseante de las dos orillas un largo y asombroso paseo por el París vibrante de las vanguardias de principios del siglo XX. La obra es una continuación de la tradición francesa de la flânerie, que, más que un paseo, implica una actitud vital y constituye un género literario cultivado por autores como Rabelais, Rètif o Baudelaire, que lo definió como la capacidad de "estar fuera de casa, y sin embargo sentirse en todas partes como en casa".

En su flânerie personal, Apollinaire conduce al lector a la animada bodega frecuentada por Vollard, célebre marchante de arte, a las bibliotecas del mundo, a los muelles de París... También aparecen el señor Lehec, librero celoso de sus libros, y Ernest La Jeunesse, poeta y coleccionista inveterado. El poeta deambula por diversos escenarios, entre ellos el barrio de Auteil.

El paseante de las dos orillas, según afirma J. Ignacio Velázquez en el epílogo, es "un libro especial... Una guía de paseos por lo imaginario... Un prodigioso encantamiento".

Rétif de la Bretonne, por su parte, acometió una ambiciosa labor anónima, oscura, pero de un interés extraordinario: la de ser, como él se definía, el "espectador nocturno" o el "búho de París". Fruto de un noctambulismo que tiene su inicio en 1767, edita sus crónicas poco antes del comienzo de la Revolución bajo el título de Las noches de París. Pero son los volúmenes añadidos a propósito de la misma, Las noches revolucionarias (auténtica crónica de la Revolución que abarca los sucesos acaecidos desde la primavera de 1789, momento de las primeras agitaciones, hasta finales de 1792, en pleno periodo del terror), los que convierten al autor en un narrador imprescindible y en un precursor del periodismo en un tiempo que cambió la historia de Francia, de Europa y del mundo.

Las noches revolucionarias es un libro terrible y extrañamente bello, y su testimonio, aunque ceñido a una época concreta, es sin embargo universal: transmite cómo, en periodos de cambios profundos, sucede el regreso de la vida más instintiva, pero también el ansia de los hombres de restaurar la civilización perdida.

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