Obregón puso calidez flamenca a la poesía de Hernández

Francisco Martínez

07 de noviembre 2010 - 05:00

Cante: Pedro Obregón. Guitarra: Flavio Rodrigues. Violín: Raúl Márquez. Lugar: Caballerizas Reales. Fecha: Viernes 5 de noviembre. Entrada: Lleno.

El poeta Miguel Hernández fue homenajeado en el centenario de su nacimiento por la CNT, con motivo de las Jornadas Culturales Libertarias que dieron comienzo el pasado día 3 y que se prolongarán hasta el 8 de diciembre. Se volvió a demostrar que el flamenco es un eficaz medio artístico para dotar de vida musical poemas de Hernández. Fue en 1971 cuando se produjo el primer acercamiento flamenco y de calidad a los versos del poeta de Orihuela, al ser grabados por Enrique Morente, para la discográfica Hispavox.

En Caballerizas Reales Pedro Obregón expuso con su habitual tacto y sensibilidad cinco cantes bien estructurados, acomodando los versos del poeta homenajeado con naturalidad y fluida dicción. Supo acentuar y explicitar los poemas escogidos sin que flaquease el soporte estrictamente flamenco. El acompañamiento al violín por parte de Raúl Márquez resultó ser una aportación imprescindible en la propuesta musical/poética. Virtuoso violinista que le confirió a los diversos estilos interpretados un cromático carácter expresivo, posibilitando al cantaor emplear dúctiles registros tonales, siempre enfocados al realce del texto cantado.

Flavio Rodrígues mantuvo una exquisita amabilidad en su acompañamiento a la guitarra, armonizando tonalidades básicas para el buen desarrollo del cante, sin alejarse del sustrato musical que nutre a los palos flamencos. Flavio aportó sutiles notas personales que contribuyeron a reforzar el mensaje.

Pedro Obregón solo recurrió al Homenaje a Miguel Hernández de Morente en el romance Sentado sobre los muertos. En este cante sí mantuvo la referencia primigenia del artista granadino, aunque con puntuales giros tonales amoldados a la exigencia musical marcada por el violín. Resultó interesante el cauce dado por alegrías de Córdoba a Las abarcas desiertas, como llamativo el tratamiento por tangos de la Nana de la cebolla, y la vidalita El Niño Yuntero.

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