Muere a los 88 años el dramaturgo estadounidense Edward Albee

El autor de '¿Quién teme a Virginia Woolf?' ganó tres Premios Pulitzer a lo largo de su carrera

Edward Albbe, en una imagen de 2012.
Edward Albbe, en una imagen de 2012.
Dpa Nueva York

18 de septiembre 2016 - 05:00

A quienes querían aprender a escribir, Edward Albee les recomendaba que nunca mintiesen. Las obras del dramaturgo estadounidense más influyente de su generación pusieron a la sociedad americana ante el espejo. El autor de ¿Quién teme a Virginia Woolf? falleció el pasado viernes a los 88 años en su casa de Long Island, cerca de Nueva York, dejando un enorme hueco en el teatro norteamericano.

Según explicó en una entrevista en 2012, su papel en el mundo del teatro era "conseguir que la gente prestase más atención a las cosas a las que debía prestárselas".

El escritor sacudía al público desde su casa de Montauk, en la punta de Long Island, donde vivía desde 1963. En su opinión, los dramaturgos debían estimular al público y los lectores para que reflexionasen sobre la democracia, la política y el gobierno. Pero también sobre "si están viviendo su vida en plenitud o no, sobre sus reacciones hacia los demás, sus obligaciones respecto a uno mismo y a los demás".

Nacido en 1928, Albee descubrió pronto su pasión por la escritura y creó a muy temprana edad sus primeros poemas, una novela y la obra Schism, que fue publicada en 1944 en la revista de su escuela en Choate/Nueva York. Se quejaba de haber tenido una infancia infeliz, tras ser adoptado a las dos semanas de vida por una familia muy rica pero también muy conservadora. Se cree que nació en Virginia, aunque nunca estuvo claro.

Su padre adoptivo, Reed Albee, era propietario de varios teatros. En el Teatro Schiller de Berlín dio su primer gran paso en el mundo de la escena, pues allí se estrenó en 1959 Historia del zoo junto a una pieza de Samuel Beckett. Cuando la obra finalmente llegó a Greenwich Village, en Nueva York, desaprovechó el impulso del creciente Off-Broadway, en el que se crearía un espacio para un teatro más experimental.

El verdadero empujón a su carrera le llegó con la amarga sátira matrimonial ¿Quién teme a Virginia Woolf?, que a pesar de sus muchos trabajos posteriores siguió siendo su pieza más conocida durante toda su vida, gracias también a la versión cinematográfica protagonizada por Richard Burton y Elizabeth Taylor.

La obra le convirtió en una estrella indiscutible del panorama teatral estadounidense en 1962. Pero el autor tenía sentimientos encontrados al respecto. El libro "me cuelga de cuello como una brillante medalla, muy bonita pero un poco pesada", dijo en una ocasión.

Al igual que otros de sus textos anteriores, en ¿Quién teme a Virginia Woof? Albee criticaba sin piedad el estilo de vida estadounidense, las vacuas convenciones sociales y las apariencias morales. Sus protagonistas, George y Martha -irónicamente los nombres del presidente George Washington y su esposa- se enzarzan en una terrible disputa matrimonial llena de odio frente a otra joven pareja. Para la versión cinematográfica, Liz Taylor y Richard Burton bien pudieron servirse de las experiencias de su propia turbulenta relación.

En una decisión muy controvertida, el jurado privó del premio Pulitzer a Albee por su obra más conocida. Sin embargo, lo ganó en otras tres ocasiones por Un delicado equilibrio (1966), Paisaje marino (1974) y Tres mujeres altas (1990-91).

A través de una treintena de obras sacó a la luz los oscuros secretos de los más privilegiados, la inseguridad que escondían tras la fachada de una vida moderna. The New York Times aseguró en una ocasión que Albee describió "la habilidad para el sadismo y la violencia de la sociedad estadonidense (...), la peligrosa insensatez de la atracción sexual y la siempre irrevocable presencia de la muerte".

A sus contemporáneos les costará superar la muerte de Albee. "Era el corazón de la dramaturgia estadounidense", dijo su amigo David Crespy, profesor de Literatura en la Universidad de Missouri. "Era nuestra alma, nuestra conciencia. Protegió nuestro arte más que ningún otro escritor que conozca", añadió. Fue una persona siempre disponible, que viajó por EEUU para hablar con quienes querían escribir teatro, afirmó Crerpy. "Es como si hubiera perdido a mi padre", concluyó.

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