Muere Cornelius Gurlitt, el coleccionista del expolio nazi
Durante décadas guardó en su vivienda de Múnich centenares de obras de arte robadas


El coleccionista alemán Cornelius Gurlitt murió ayer a los 81 años, indicaron representantes legales de este anciano que durante décadas guardó en su vivienda de Múnich un tesoro de centenares de obras de arte que incluía piezas expoliadas por los nazis.
El fallecimiento se produjo unas semanas después de conocerse un acuerdo alcanzado por sus representantes con el gobierno alemán y las autoridades bávaras para la inspección y eventual restitución de las piezas a sus legítimos propietarios.
Gurlitt deja una colección llena de interrogantes. Todavía no está claro quién la heredará ni mucho menos qué cuadros pertenecían legítimamente al coleccionista y cuáles deberán ser devueltos.
Primero se deberá determinar si hay herederos o un testamento o si la colección pasará a ser propiedad del Estado. Gurlitt no tuvo hijos. Su única hermana, Benita, ya murió, pero quedan todavía algunos parientes lejanos del anciano.
El examen de la colección, según indicaron las autoridades bávaras, continuará en todo caso, puesto que Gurlitt firmó un contrato con el Estado federado de Baviera que dio seguridad jurídica al respecto.
El caso de Gurlitt salió a luz pública en noviembre del año pasado, cuando se reveló que el anciano había tenido durante décadas en su poder piezas de Picasso, Chagall, Matisse, Beckmann y Nolde. La existencia de algunas de ellas se desconocía hasta ese momento.
Gurlitt era hijo del marchante de arte Hildebrandt Gurlitt, uno de los pocos que tuvieron autorización del régimen de Hitler para negociar con obras del llamado por los nazis "arte degenerado", que habían sido retiradas de los museos alemanes.
El coleccionista se mantuvo durante años en un casi absoluto anonimato, viviendo entre Múnich y Salzburgo, hasta que su colección fue descubierta en el marco de unas investigaciones por posible evasión fiscal.
El caso se había iniciado de hecho el 22 de septiembre de 2010, cuando en un control de rutina en un tren que iba de Múnich a Zurich (Suiza), agentes de aduana encontraron una gran cantidad de dinero en efectivo en poder del coleccionista.
El hallazgo despertó la sospecha de que podía haber un delito fiscal de por medio, por lo que se inició una investigación que llevó, dos años después, a un registro de la vivienda de Gurlitt en Múnich, donde se encontraron 1.280 obras de artes que fueron decomisadas.
Las autoridades lograron mantener el hallazgo en secreto un año más, pero acabó siendo desvelado por una publicación de la revista Focus.
En noviembre de 2013 se empezaron a publicar en una plataforma de internet las obras de las que había sospecha que habían llegado a manos del padre de Gurlitt, después de que sus propietarios judíos tuvieran que venderlas a bajo precio por la presión de la persecución del régimen nazi.
Especialmente, dos cuadros -Dos jinetes en la playa, realizado por Max Liebermann, y Mujer sentada, de Henri Matisse-, cuya procedencia estaba documentada, ya que habían pertenecido a judíos perseguidos, generaron preguntas sobre buena parte de la colección.
El 10 de febrero de este año hubo un segundo hallazgo en la casa de Gurlitt en Salzburgo, donde se encontraron 60 obras.
Gurlitt, en unas declaraciones concedidas a la revista Der Spiegel en medio del escándalo, dijo que él nunca había amado nada en su vida tanto como su colección de cuadros.
El coleccionista murió en su apartamento en el barrio muniqués de Schwabing, donde habían sido encontrados sus cuadros y adonde regresó después de una intervención quirúrgica que fue necesaria debido a unos serios problemas cardiacos que al final le han llevado a la muerte. Con ella se archiva la investigación en su contra por posibles delitos fiscales.
Se desconoce de momento dónde será enterrado o incinerado el coleccionista y quién se encargará del sepelio.
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