Mariza | Crítica de Música

Y el fado destiló elegancia en Córdoba

Mariza, en un momento de su actuación en la Axerquía.

Mariza, en un momento de su actuación en la Axerquía. / Miguel Ángel Salas

Si Amália Rodrigues, toda una institución en Portugal, era y es, porque su música perdurará por siempre, "la gran Reina del Fado", como la cantante Mariza defendió en su concierto del 40 Festival de la Guitarra de Córdoba, ella, su discípula más aventajada es el fado hecho elegancia. Con ella, el fado destiló elegancia en Córdoba hasta atrapar a un público que coreó sus canciones haciéndolas suyas.

Mariza (Marisa dos Reis Nunes) realizó en la Axerquía más que un tributo a esa gran reina, a la artista que más ha popularizado este tipo de música en el mundo llegando a grabar más de 170 discos a lo largo de su vida. Y lo hizo basando parte de su recital en el trabajo que dedicó en 2020 a quien también fue una gran embajadora cultural de Portugal y a la que su voz también le ha valido un importante reconocimiento internacional.

Con este trabajo, Mariza canta Amália, la cantante celebra de una forma muy especial sus 20 años de carrera. La artista de "padre portugués de pura cepa" y madre mozambiqueña, como ella misma recordó, interpretó una selección de temas de Rodrigues, desde Estranha forma de vida hasta Lágrima, pasando por Barco NegroCom que voz o Gaivota, de tal forma que habitó el repertorio de la más legendaria de todas las fadistas y lo hizo a su manera, hasta llevarlo al siglo XXI sin quitarle el alma y la identidad, demostrando una vez más que, como ella defiendió en Córdoba, "la cultura es lo que alimenta el alma", una cultura de la que están impregnados hasta rebosar cada uno de la decena de discos que ha editado hasta la fecha. La propia Mariza ya explicó de su maestra que "Amália  es una gran inspiración, no solo para mí, sino para tantos artistas portugueses y muchos otros internacionales. Como diría el gran António Variaçoes, todos tenemos a Amália en nuestra voz".

"Dos voces excepcionales. Dos carreras brillantes. En común, el fado, patrimonio eterno y universal de las músicas del mundo, ex-libris de Portugal. Pero también una conexión indeleble que trasciende. Cuando Mariza se propuso conquistar el mundo, arrebató públicos que, antes, solo Amália había logrado arrebatar. Cuando Mariza comenzó a explorar otros caminos contiguos al Fado, lo hizo como antes, solo lo había logrado Amália. Cuando Mariza se convirtió en embajadora de la música portuguesa del siglo XXI, asumió el manto que, antes, solo Amália había logrado llevar en el siglo XX". Así reza la presentación de ese último trabajo que la intérprete lusa ha traído a Córdoba. Así rezan unas palabras que se han hecho carne en la Axerquía para el deleite del respetable.

Y es que fue una noche más que mágica la que ofreció la que es ahora mismo la artista lusa con más proyección internacional, una noche con un gran repertorio y en la que el vestido de la actual diva del fado acompañó. Mejor escogido no pudo estar un vestido que, literalmente, brillaba a la par que cada uno de los temas que fue escrutando con una voz prodigiosa, conectando con el público casi desde el minuto uno de su actuación. Fue una noche mágica para un auditorio que no solo cantó con ella, sino que rió con ella y hasta se emocionó con ella, con esa voz prodigiosa de grandes giros líricos. No pocos fueron también los que gracias a ella descubrieron ese género, el fado, en el que se expresan las experiencias de la vida a través del canto. Tanto es así que los temas más cantados en el fado son los que hablan de la melancolía, la nostalgia o pequeñas historias del vivir diario de los barrios humildes, pero especialmente del fatalismo y de la frustración.

La cantante de atenuados rasgos africanos y cabello rubio platino demostró una vez más en el Festival de la Guitarra de Córdoba, en el que ya actuó en 2003, que es la gran embajadora del fado y la gran heredera de Amália Rodrigues. De cuna le viene, ya que creció en el barrio lisboeta de la Mouraria, donde nació ese género musical, que tan espléndidamente interpreta su banda, una cuidada formación que integran su inseparable Luis Guerreiro (guitarra portuguesa), Pedro Joia (guitarra), Pedro Araujo (bajo acústico), Hugo Marques (batería y percusión) y Joao Frade (acordeón). Con ellos, Mariza consiguió que el fado destilara elegancia en Córdoba.

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