Lucena destapa su pasado romano con el hallazgo de un Cupido del siglo II
La escultura fue encontrada el 28 de mayo en el Palacio de los Condes de Santa Ana
Ha sido hallado el eslabón perdido de la cultura romana lucentina. Con esta poética frase describió ayer el concejal de Cultura del Ayuntamiento, Manuel Lara, la magnífica pieza encontrada en el Palacio de los Condes de Santa Ana, que "pasará a formar parte de la historia de Lucena como un elemento más de la importancia del patrimonio del pasado que recuperamos para el futuro". Se trata de una escultura romana que representa a Cupido y data del siglo II d. C., una figura que fue encontrada, según explicó el alcalde, José Luis Bergillos, "el pasado 28 de mayo a las 15:14 por unos albañiles que la confundieron con una piedra". Afortunadamente, el arqueólogo municipal, Daniel Botella, "supo de qué se trataba".
Botella explicó que no fue un hallazgo casual, sino que "paralelamente a las obras de rehabilitación integral del edificio se está haciendo una intervención arqueológica con estudio de paramentos y el control de los movimientos de tierra".
Este Cupido, que tiene, según detalló el alcalde, "influencia de origen helenístico en sus formas y características", posee alas, pero las flechas y los ojos vendados no aparecen, puesto que está dormido. Se cree que la escena se completaría con Psique durmiendo a su lado. Bergillos destacó "la buena técnica y ejecución de la obra" y comparó este Cupido con otro hallado en Elche, ahora expuesto en el Museo Arqueológico de Madrid.
La pieza, de 59 centímetros de largo por 33 de ancho y realizada en mármol, se encontraba oculta en el quicio de una antigua puerta cercana a la fachada principal del edificio, antigua residencia de la familia de los Condes de Santa Ana. La escultura, de gran valor artístico y que se quedará en la localidad, aparece documentada en distintas obras históricas. Jerónimo Roldán y Cárdenas hace referencia en su obra Historia de Lucena al descubrimiento en 1749 de una estatua con la figura de un niño, mientras que el historiador Villalba Bernal, en la obra Anales de Lucena, recoge la existencia de una escultura hallada en los cimientos de una casa ubicada entre las calles Cabrillana y Abad Serrano, un posible vestigio de un antiguo templo romano. También Ramírez de Luque menciona la figura en Tardes divertidas.
Según estos documentos, la pieza fue trasladada entonces al Palacio de los Condes de Santa Ana, donde se perdió su pista. Botella señaló que "la pieza fue ocultada de forma intencionada con el propósito de evitar el expolio tras la ocupación francesa de Lucena o bien por motivos de tipo moral o religioso".
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