Louis Faurer: un lúcido y personal retrato de las calles de Nueva York
El Centro José Guerrero de Granada exhibe por primera vez en España la obra del fotógrafo

Granada/"Mis ojos buscan a la gente que está agradecida a la vida, gente que perdona y que ha superado sus dudas, que entiende la verdad y cuyo espíritu imperecedero está bañado por una luz blanca tan penetrante que llena de esperanza su presente y su futuro", dijo una vez Louis Faurer, el fotógrafo americano al que el Centro José Guerrero de Granada le dedica la primera retrospectiva en España con la ayuda de la prestigiosa Fundación Henri Cartier-Bresson. Faurer, el mismo artista que compartió taller y estudio con Robert Frank, disparaba, no literalmente, a gente como tú y como yo. Elaboró un lúcido y personal retrato de las calles de Nueva York a base de mirar, hacer click, traspasar, captar. "Podía observar a la gente durante horas y, al volver, me contaba historias sobre ellos", comentó en su momento Frank, compañero de profesión y amigo.
"Faurer desarrolló la fotografía documental, que hasta ese momento era más objetivista. Ellos -se refiere a Frank también- les imprimieron un carácter más subjetivo, más personal, y marcaron las pautas de la fotografía callejera. Él es uno de estos outsiders al estilo del granadino Manuel Bello", explica con picardía el director del espacio expositivo, Francisco Baena. El retratista, al igual que Bello, supo ver la belleza en lo marginal, lo aceptado en la sociedad como desagradable. Empezó su carrera haciendo fotografías en Market Street, una arteria importante de Filadelfia llena de tiendas y de gente. Se fijaba principalmente en personas marcadas por el destino que, ya fuera por culpa de alguna lesión o a causa de la pobreza, se veían obligados a mendigar.
Faurer fue un "fotógrafo de fotógrafos", resumen. Su obra no llegó al gran público, ni fue apreciada en su época por el mundo del arte, pero fue admirada y seguida por sus propios compañeros de profesión. Faurer está considerado un fotógrafo profundamente honesto, que rechazaba la obscenidad de las escenas violentas que pudieran humillar a la gente que fotografiaba. Era un ser solitario entre la muchedumbre de Times Square, que deambulaba con su cámara por la noche entre las características luces de neón, y que observaba a la gente durante horas, intentando cazar sus gestos privados. Cada una de sus imágenes era "un desafío al silencio y a la indiferencia".
A nivel técnico, el artista experimentó con el desenfoque, los negativos superpuestos, el bajo contraste y el exceso de grano típico de la fotografía nocturna. Sus imágenes también aportaron frescura compositiva, búsquedas geométricas, hallazgos de sorprendentes yuxtaposiciones a base de dobles exposiciones y reflejos, donde incluso él mismo aparecía. Sus imágenes, relacionadas con las del cine negro, pueden entenderse como una especie de meditación existencial o como un examen de la psicología americana de posguerra. Revelan la interioridad, el aislamiento del individuo en medio de la multitud, su vulnerabilidad en pleno corazón de Manhattan, un microcosmos ante el que Faurer puso su cámara para registrar la actividad diaria y el comportamiento urbano moderno.
La muestra del Centro José Guerrero está constituida por un centenar de fotografías y documentos y podrá visitarse hasta el 25 de junio. Su distribución en el museo obedece al orden cronológico: en la planta baja del Centro José Guerrero se muestran las fotografías realizadas por el joven Faurer en Filadelfia y las primeras tomas de Nueva York a principios de los años 40; en la planta primera se exhibe la obra de la segunda mitad de los 40, y en la segunda la de los años 50 y algunas posteriores.
El origen de la retrospectiva radica en La Fundación Henri Cartier-Bresson, que inauguró el pasado mes de septiembre en París una exposición en la que se mostraban un centenar de imágenes y documentos de uno de los grandes fotógrafos del siglo XX, cuya mirada poética, entre vanguardista y documental, ha contribuido singularmente al desarrollo del lenguaje fotográfico y al conocimiento de la vida urbana en los Estados Unidos de posguerra. Ahora, esta retrospectiva llega al Centro José Guerrero, tratándose así de la primera exposición en España de este innovador artístico, considerado un autor experimental de culto. Un fotógrafo honesto, pero un desconocido para el gran público, que supo ver la belleza en lo más ignorado, lo más marginal.
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