López-Obrero consolida su arte en la escena contemporánea española
Una exposición comisariada por Isabel García revisa en la Diputación la trayectoria del cordobés y aporta nuevos elementos para el análisis de una obra que nació de la vanguardia y transitó hacia el hiperrealismo
La exposición conmemorativa del centenario del nacimiento de Ángel López-Obrero, organizada por la Fundación Provincial de Artes Plásticas Rafael Botí con la colaboración del Ayuntamiento y la Universidad y que puede visitarse desde hoy hasta el 17 de octubre en la Diputación, constituye, según su comisaria, Isabel García, el "fin de un proyecto" iniciado hace diez años con la muestra Cuatro cordobeses en vanguardia y que perseguía la "reconstrucción" de la historia artística cordobesa de la segunda mitad del siglo XX a través de las figuras de Antonio Rodríguez Luna, Horacio Ferrer, Rafael Botí y López-Obrero. Los tres primeros han sido posteriormente objeto de exposiciones individuales y faltaba una antológica que contribuyera a insertar a López-Obrero "en el complejo mapa del arte español contemporáneo".
García afirma que preparar esta exposición, integrada por 45 obras, le ha deparado "gratas sorpresas", no sólo porque ha descubierto nuevos perfiles en la obra de López-Obrero (y las "etapas ocultas" de su producción) sino porque ha revisado numerosos documentos cedidos por la familia en los que queda de manifiesto "su calidad como escritor". La muestra abarca toda su trayectoria artística, desde 1925, año en que es becado por la Diputación de Córdoba y del que García ha seleccionado un retrato femenino, hasta 1991 (un año antes de su muerte), del que se recogen el óleo sobre lienzo Cabeza con pañuelo azul y el dibujo a carboncillo Cuatro mujeres en la escalera. Así, el público asistirá a la evolución de un creador de pronta vocación que realizó sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Córdoba y la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, que en los años 20 captó el latido de las vanguardias y en cuyo lenguaje temprano (muy influido por Vázquez Díaz) se advierten guiños al poscubismo y el realismo mágico. En 1925 realizó su primera exposición individual, en el Círculo de Labradores de Córdoba, y en 1930, con un estilo "ya maduro", según García, mostró su obra en el salón El Heraldo de Madrid: una colección de estampas populares andaluzas que la experta sitúa entre lo más granado de su producción.
En los años 30, recuerda la comisaria, "la pintura y la literatura se están uniendo". López-Obrero, atento observador de la realidad cultural que lo rodea, recoge elementos de Lorca, Alberti y Maruja Mallo. Consigue el título de profesor de dibujo y se traslada a Barcelona, donde empieza a interesarse (siempre a partir de enfoques esencialmente artísticos) por un campo nuevo: la publicidad. Participa en la I Exposición de Arte Revolucionario en Madrid (1933) y su perfil político se va acentuando a medida que en España se respira ya la trágica inminencia de un conflicto desgarrador. Estalla la Guerra Civil y López-Obrero, autor de carteles publicitarios en defensa de la República, es nombrado comisario político. En enero de 1939 debe salir de una Barcelona asediada y permanece tres meses en el campo de concentración francés de Argelès-Sur-Mer. Posteriormente encuentra alojo en Perpignan y en 1940 decide volver a España a pesar de que conoce su destino: la cárcel. Los cuatro años siguientes son los peores de su vida, si bien continuó su labor artística en la prisión. Condenado a muerte, logró una revisión de su caso y a partir de 1944 retomó sus actividades.
Regresó a Córdoba a comienzos de los años 50 y se convirtió, según García, en un "activador de la cultura" de su ciudad natal, si bien no se alejó de los focos de Madrid y Barcelona. Su obra se ajusta ahora a un hiperrealismo "de viejas fachadas de casas y puertas, bodegones, desnudos y retratos de sociedad que tuvieron un éxito relativo", indica Javier Pérez Segura en uno de los textos del catálogo de la exposición. Abre un taller artesano de cordobanes y guadamecíes y crea el Salón de Córdoba y la Asociación Cultural de los Amigos de los Museos de Córdoba, al tiempo que desarrolla su labor docente en la Escuela Mateo Inurria. Ahora, 18 años después de su muerte, una exposición constata su definitiva integración en el escenario del arte español de su tiempo.
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