Lila Downs | Crítica

La más digna sucesora de Chavela

Lila Downs, en el Teatro de la Axerquía, el pasado jueves.

Lila Downs, en el Teatro de la Axerquía, el pasado jueves. / Juan Ayala

Chavela Vargas llegó una vez a afirmar que después de ver sobre un escenario a la mexicana Lila Downs ya se podía morir tranquila. Chavela, esa leyenda que convirtió su vida en un canto desgarrado por la libertad, y a la que muchos descubrieron ya bastante tarde cuando paseaba por el bulevar de los sueños rotos de Joaquín Sabina y de Álvaro Urquijo, había encontrado a su sucesora más digna.

Esa más que digna sucesora de Chavela se disfrazó en Córdoba por momentos de la Dama del Poncho Rojo a la par que diseccionaba, aderezados “con esa especie de pimientito [el chile] que comemos en mi país”, cada uno de los temas de su gira Al Chile, toda una simbiosis de ritmos folclóricos, entre los que no faltan ni la cumbia colombiana ni el corrido mexicano.

Se disfrazó de Chavela para interpretar La Llorona y conmover los corazones de un público entregado y que en algunos pases del concierto se movía poseído por un baile hechizado como aquel público que en Woodstock se dejó seducir por la guitarra de un jovencísimo Carlos Santana.

Se disfrazó de Chavela para interpretar como nadie Urge, uno de los temas que popularizó Vicente Fernández al más puro estilo de José Alfredo Jiménez, con quien la leyenda cuenta que La Chamana arrasaba con todo el tequila en El Tenampa y que andaban de fiesta en fiesta cantando y conquistando mujeres.

Y también se disfrazó de Chavela cuando empezaron a sonar los primeros sones de Clandestino, de Manu Chao, en lo que fue el inicio de ese canto desgarrado por la libertad que predicaba la mestiza ardiente de lengua libre.

Como Chavela, Lila pasó por Córdoba como esa gata valiente de piel de tigre con voz de rayo de luna llena que cruzaba el bulevar de los sueños rotos. Su Cariñito de los Hijos del Sol, Envidia o Tu recuerdo y yo fueron sublimes muestras de que Chavela no se equivocaba cuando nombró a quien llaman la Reina Mixteca su sucesora, una digna sucesora a la que solo le faltó cerrar el concierto brindando con mezcal.

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