Junio, mes de las novilladas
opinión taurina
Si la plaza de toros de Córdoba fue plaza de temporada, extremo demostrable, la causa fundamental fue la organización de festejos picados fuera de las fechas de la feria de la Salud
Una de las críticas de la afición cordobesa a los regentes del coso de Los Califas es la ausencia de novilladas con picadores durante la Feria. Demanda que no es gratuita, ni tampoco caprichosa, puesto que una plaza como la de Córdoba, de máxima categoría -hoy en entredicho- tiene la obligación moral de cuidar el escalafón inferior, que con el tiempo debe de ser el que renueve los nombres que se perpetúan en el superior, algunos ya durante lustros.
Está bien que se organicen festejos sin picadores, todo requiere un principio, pero el auténtico relevo a los matadores de toros que hoy ocupan los carteles no es otro que el escalafón de novilleros con picadores. Es algo natural, lo fue y lo será, por eso no organizar este tipo de festejos supone taponar la entrada de nuevos nombres en un escalafón de matadores cada día más viciado y falto de frescura.
Si la plaza de toros de Córdoba fue plaza de temporada, extremo totalmente demostrable, la causa fundamental fue la organización de festejos picados fuera de las fechas de la feria de Nuestra Señora de la Salud. Durante toda la temporada se ofrecían este tipo de carteles, bien como inauguración de la misma o para premiar a quienes habían hecho méritos sobre la arena en festejos precedentes, repetición que era un aliciente, y así debe de seguir siendo, para todos los que tratan de abrirse paso en esta difícil profesión.
Precisamente era en el mes de junio cuando las empresas que regentaron con anterioridad el coso de Ciudad Jardín organizaban una novillada picada con los triunfadores de las que se habían celebrado en anteriores fechas, especialmente durante la feria en honor de la Virgen de la Salud, una tradición hoy perdida.
En el año de su inauguración, el día 20 de junio y ante utreros de Tomás Frías, se acartelaron Joselillo, El Monaguillo y Paco Asensio, destacando el segundo de los actuantes que en aquellas fechas tenía cierto ambiente. En el año siguiente, el día 12 de junio, actuó Alfonso González Chiquilín, quien había renunciada a la alternativa tomada años antes, acompañándole El Barquillero que desorejó a uno de sus oponentes y un joven Paquirri que gustó al público que acudió al coso. Siguiendo la tradición, el año siguiente, o sea 1967, compusieron la terna Macareno, el recordado Hencho y Juan Carlos Beca Belmonte, quienes estoquearon un encierro del Marqués de Ruchena. También estuvo presente Florencio Casado un año después, quien cortó una oreja a cada uno de su lote pertenecientes al hierro del Conde de la Maza, actuando junto a él Antonio Barea y Jesús Rivera. Tras dos años de paréntesis, el día 12 de junio la empresa Valencia recuperó la novillada con picadores, y ante serios utreros de Barcial actuaron Pepe Romero, triunfador del festejo, El Mesías, quien resulto herido, y El Húngaro. Hasta 1974 no volvieron a abrirse las puertas de Los Califas en el mes de junio con la celebración de una novillada picada. El día 16, ante novillos-toros de Baltasar Iban, comparecieron El Cali, una oreja y dos vueltas fue su balance; El Garbancito, cuatro orejas a su esportón en una época en la que tuvo mucho ambiente, cerrando Pedro Somolinos, quien no pasó de discreto. Dos festejos picados albergó Los Califas en 1975. El primero de ellos el 1 de junio. Repetía actuación El Tempranillo, quien había cortado una oreja en abril, y ratificó su buen momento cortándole dos orejas a su segundo -como todo el encierro de Ana Romero-, El Mesías y la novillera, ya fallecida, Ángela Hernández, quien también cortó una oreja. El día 15, la empresa repitió a El Tempranillo y a El Mesías; ante novillos de Juan Gallardo, les acompañó un joven Parrita que se había ganado al público con su fino toreo de corte amanoletado.
No fue hasta 1980 cuando volvió Los Califas a albergar una novillada picada en junio. Aprovechando su triunfo de mayo, los hermanos Camará anunciaron a El Soro, que volvió a liarla, el día 8 de junio, junto al ecijano Antonio Ramón Jiménez y un prometedor Antonio Tejero, perteneciendo los novillos lidiados a la ganadería de Dolores Aguirre. El día 14 de junio de 1981, los Camará, empresarios en aquellos años, anunciaron a un prometedor Fermín Vioque, a un ilusionante Antonio Tejero, y a su poderdante Luis Miguel Campano, con una seria novillada de Manuel Camacho. Una semana después se celebró una novillada picada con reses de Gabriel Rojas, para Juan de Dios de la Rosa, Jacinto Rey y El Andaluz, festejo este a beneficio de los trabajadores de Secem.
Ya no fue hasta 1989, en plena génesis de la finitomania, cuando se vuelven a dar novilladas con picadores, pues el día 10 de junio, ante reses de Bernardino Piriz, se anunciaron Finito, Jesulin de Ubrique y Chiquilin, volviéndose a repetir la combinación el día 17, actuando el rondeño Pepe Luis Martin en lugar de Chiquilin. La última de las novilladas en el mes de junio tuvo lugar en 1990, cuando el día 22, con el cartel de 'no hay billetes', Finito y Chiquilin, junto a Luis Domecq, reeditaron un triunfo importante, que supuso el inició de la última época dorada de Los Califas antes de entrar en el bache en el que se encuentra actualmente.
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