Thriller, Colombia-España, 2011, 102 min. Dirección: Andrés Baiz. Guión: A. B. y Hatem Khraiche. Fotografía: J. M. Civit. Música: Federico Jusid. Intérpretes: Quim Gutiérrez, Clara Lago, Martina García. Guadalquivir, El Tablero, Artesiete-Lucena.
Hacer cine como el que juega a los médicos o a las casitas: interpretar un rol de adulto disfrazado con los trajes de papá, hablar pomposamente como los profesionales de verdad, imitar sus gestos, impostar la voz, ponerse barba postiza si hace falta.
La cara oculta, despersonalizada cinta de género hispano-colombiana, juega sus bazas en la imitación de un modelo, el del thriller psicológico-romántico, con la intención de simular que, incluso desde el mercado periférico, se puede jugar sin complejos a copiar la primera división de las fórmulas comerciales. Error.
El primer y más grave problema lo encontramos en la poca solidez de la escritura, a saber, en un guión de primero de academia tan repleto de viejos clichés como generoso en diálogos que harían sonrojar a los más crédulos seguidores de cualquier culebrón.
El segundo procede de un reparto de rostros y cuerpos adolescentes empeñados en hacer pasar por adultos a personajes que no se sostienen: un Quim Gutiérrez de gesto compungido mueve los brazos intentando ser director de orquesta, una aniñada Clara Lago suelta tacos para intentar pasar por una mujer madura capaz de dejarlo todo para seguir a su amor a Bogotá antes de desaparecer tras el espejo, y Martina García no duda en explotar su fibrosa figura para demostrar que tiene toda una carrera por delante.
Los tres actores componen un imposible triángulo de pasiones, infidelidad, celos, maquinaciones femeninas, voyeurismo y misterio artificial que Andrés Baiz filma con la típica factura mecánica e impersonal de cualquier realizador aplicado empeñado en hacer su próxima película en Hollywood.
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