La Joven Filarmonía Leo Brouwer crea una escuela musical para niños

Arrancará en enero y está destinada a alumnos entre cinco y siete años La formación celebra su cuarto aniversario el próximo sábado en el Gran Teatro con un variado programa

La Joven Filarmonía Leo Brouwer, en un concierto.
La Joven Filarmonía Leo Brouwer, en un concierto.
Alfredo Asensi Córdoba

02 de diciembre 2014 - 05:00

Cada diciembre el Gran Teatro reserva una fecha para que la Joven Filarmonía Leo Brouwer celebre su aniversario. Es el momento en que adquiere visibilidad pública lo que a lo largo del año es un trabajo continuado y callado, en las instalaciones del antiguo cine Osio (Cañero), con un centenar de jóvenes que viven y sueñan la música como felicidad, conocimiento, desarrollo y celebración. Como "fiesta", según Ciro Perelló, director de una formación que regresa el próximo sábado al principal escenario de la ciudad y que anuncia la puesta en marcha el próximo mes de una escuela musical para niños de cinco a siete años.

"No arrancó a comienzos del curso por problemas de ajuste de horarios en el centro", apunta Perelló. Las clases serán los martes y los viernes y estarán basadas en "sistemas de enseñanza en los que casi no hace falta hablar para aprender música". Una escuela que nace con humildad pero que quiere convertirse en un surtidor de "músicos nuevos".

El día del concierto en el Gran Teatro "es el más grande del año", indica Perelló, "y siempre intentamos programar una serie de obras que no estén muy vistas aquí y sean atractivas para el público: queremos que sea una fiesta de la música". En esta ocasión, el programa está integrado por la obertura de Guillermo Tell de Rossini, el Concierto fantasía para dos timbaleros y orquesta de Philip Glass, con Cristina Llorens y Ciro Rodríguez Perelló como solistas y Vicente Sanchís como director invitado, la suite sinfónica La guerra de las galaxias de John Williams, arreglada por Brouwer, y La batalla de Wellington de Beethoven. El concierto arrancará a las 20:00 y las entradas valen seis euros.

Perelló hace un balance "bueno" de estos cuatro años: "Poquito a poquito vamos mejorando, van quedando más asentadas las cosas y más claros los objetivos. Por aquí ha pasado ya muchísima gente, hay quien se queda y quien no. Esto es un trabajo muy sacrificado, te tiene que gustar mucho, ensayamos todas las semanas a lo largo de todo el año porque creemos que la música está basada en eso, en la constancia y la dedicación". La orquesta también hace conciertos en el antiguo cine; el próximo, de Navidad, el día 21, "para el barrio y para quien quiera venir".

La Joven Filarmonía Leo Brouwer consta de alrededor de 100 músicos desde nueve años de edad (en su mayoría, estudiantes de los conservatorios cordobeses, sobre todo del Profesional) y pedagógicamente sale adelante gracias "a una riqueza tremenda de amigos que colaboran", entre ellos integrantes de la Orquesta de Córdoba y profesores de conservatorios de la capital y la provincia. A los jóvenes se les transmite la idea de "que la música sea una pasión, un divertimento y una vocación: no hay más objetivo. Ir con la música a todas partes y dar unas pautas de enseñanza, de trabajo, de constancia, dedicación, ilusión e imaginación".

Uno de los campos en que la formación quiere avanzar es el de la proyección social, con más presencia en escenarios. "Nosotros queremos colaborar con todo el que nos lo pida -explica Perelló-. Lo que pasa es que hay mucha gente que quiere hacer las cosas de hoy para mañana, y así no se pueden hacer. De hoy para mañana un niño no puede tocar una sinfonía de Beethoven porque una sinfonía de Beethoven hay que cogerla, trabajarla, analizarla, vivirla y saber lo que lleva dentro, sobre todo en época de formación; otra cosa es en el periodo profesional, cuando la formación ya se tiene".

"Los músicos profesionales -afirma Perelló- somos un poco egoístas, creemos que el que no entra al teatro a vernos es un inculto sin más, y no es verdad, a la gente en muchísimos casos no se le ha permitido acceder a la música, no se le ha explicado la música". En el último concierto en Osio hicieron un experimento con un pasaje de una sinfonía de Haydn, "que para muchos es un compositor aburrido" pero que en su época "hacía obras para que gustasen al público". Perelló pidió a los asistentes que memorizaran la melodía "y todo el mundo se lo pasó bien" descubriendo que Haydn no es tan aburrido y que una melodía de él se puede quedar en la cabeza "porque está hecha para eso". "Lo habremos hecho muy mal los músicos para que la gente, cuando oye el adjetivo clásico, piense 'qué aburrido", reflexiona.

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